Agostan los últimos días de vacaciones y los matrimonios que querían separarse desde hace mucho tiempo se deciden a hacerlo, por fin, en septiembre.
Aunque, sin esperar a finalizar agosto, los españoles violentos rompen con sus parejas matándolas más este mes que en el resto del año: ya van seis mujeres asesinadas, un récord.
Centrándonos en la gente civilizada, sepamos que septiembre y octubre serán excelentes para aprovechar los anuncios por palabras de los periódicos para comprar casas, coches, muebles o electrodomésticos casi nuevos y de saldo: en estos dos meses, los divorciantes querrán coger su dinero, aunque sea poco, y correr.
Es una realidad cíclica, dice Esther Castellanos, hábil abogada matrimonialista madrileña que conoce bien los ritmos de ruptura de sus clientes: en verano se hace un último esfuerzo para superar una crisis de pareja que, al contrario, se agudiza por la excesiva convivencia vacacional, el clima bochornoso y la estancia en lugares poco entrañables e incómodos.
Navidad es otro momento que trastorna las relaciones y acelera las separaciones, con su artificial alegría, horribles villancicos de reiterativo arrearre y marimorena, y convivencia indeseada con la odiosa familia de la otra parte.
Esta época, sí que es año nuevo, vida nueva, y el mejor regalo de reyes que le hace la pareja a los demás es beneficiarlos en los periódicos: en enero y parte de febrero vuelven a publicarse muy buenas ofertas de segunda mano.