La Unión Europea ha incluido, por fin, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de Tiro Fijo Marulanda, en la lista de organizaciones terroristas que debe perseguir.
Para lograrlo, la UE tuvo que esforzarse mucho con países de vocación angélica, especialmente Suecia, que no padecen a estos horribles narcoguerrilleros, a los que algún día vimos como luchadores por la dignidad.
Se acabó así la fascinante imagen de las guerrillas románticas del siglo XX, como el cruel Fidel Castro o los atracadores Sandinistas, que se volvieron tan canallas como los dictadores que derrocaron.
O como Sendero Luminoso, una bestia asesina, o Robert Mugabe, héroe de Zimbawe, transformado en desalmado matón y sátrapa.
Demasiado tarde hemos descubierto que el Che gozaba dirigiendo pelotones de fusilamiento, y que Fidel no era más que el cacique de su finca privada, que es Cuba.
Fabricantes de indignidad y prostitución, todos ellos, atraen ya a pocos jóvenes actuales, al contrario que lo que lograban con sus padres.
Hasta el subcomandante Marcos, un cursi falsamente enigmático, provoca desconfianza, mientras algunos viejos gauchistas-divinos aún lo mitifican
Los jóvenes son más inteligentes: Marcos es un señorito blanquito disfrazado de indio, que lo oculta tapándose la cara y obligándole a los indígenas a mimetizarse con él poniéndoles pasamontañas.
La ciencia política debería enunciar una ley que declarara que la metralleta nunca lleva a la democracia: todos los románticos guerrilleros que la enarbolaron terminaron corrompidos y destruyendo a los pueblos que liberaron.