Como ETA ha prometido no incrementar su casi millar de asesinatos, el Tribunal Constitucional ha sentenciado que ahora es una organización democrática bajo un nombre diferente, Sortu.
La policía y la guardia civil, la fiscalía y la abogacía del Estado, y el Tribunal Supremo, señalaron con pruebas y sentencias que los dirigentes de Sortu, organización heredera de Batasuna, la banda de fanáticos del vasquismo más nazicomunista, son la cabeza que dirige la mano que apretaba los gatillos y los telemandos de las bombas.
Pero ha venido el Constitucional, que es un órgano más político que jurisdiccional, y ha obedecido la doctrina de Zapatero de legalizar a los asesinos para que no sigan matando.
Cuatrocientos años antes de Cristo decía Isócrates en Atenas que “La democracia es autodestructiva porque abusa de su derecho de libertad e igualdad. Porque enseña a sus ciudadanos a considerar la audacia como un derecho, el desgobierno como una libertad, el discurso bronco como igualdad y la anarquía como progreso”.
La muestra de la verdad de Isócrates aparece en la sentencia del Constitucional, aunque los diez miembros actuales del Tribunal estaban divididos en cinco en apoyo de la legalización, y cinco en contra.
El voto de calidad y doble del presidente supuestamente progresista, y siempre favoreciendo el utilitarismo apaciguador estilo Chamberlain, cobarde y amoral zapaterista, se puso a favor de los terroristas.
Muchos vascos han hablado siempre temerosamente de “Ellos” refiriéndose los tipos que estaban detrás de los pistoleros ordenando atentados y esparciendo el terror.
“Ellos”, son esos nazicomunistas endogámicos a los que la gente seguirá temiendo porque podrían ordenar matar nuevamente para construir su falsa Euskal Herria como la quieren: odiando a quienes la flanquean, ajena a todos, sacerdotisa cruel del culto ciego a su ideología reaccionaria, opresiva, mezcla de alcohol y odio.
------