El Gobierno albergó esta semana, durante dos días, a tres terroristas palestinos en Torrejón, cerca de Madrid, con la indignación de la mayoría del pueblo y la protesta oficial del Ayuntamiento.
Porque no se puede meter al verdugo en casa de su víctima, y Torrejón todavía se pregunta qué misteriosos pactos han tapado hasta hoy los nombres y situación de los terroristas de la Yihad Islámica que el 12 de abril de 1985 colocaron una bomba, en el restaurante “El Descanso” de esa ciudad, que mató a 18 personas e hirió a 85.
Era un atentado antinorteamericano, supuestamente, pero la mayoría de los despanzurrados eran de Torrejón, y muchos supervivientes quedaron con secuelas.
Albergar a los palestinos allí era como si “por razones humanitarias” el Gobierno hubiera hospedado como refugiados a unos terroristas de Eta en una casa al lado del Hipercor de Barcelona, donde el 19 de junio de 1987 su organización había asesinado a quince personas y herido a 35.
El exministro de Interior y posible sucesor de José María Aznar como futuro candidato a primer ministro, Jaime Mayor Oreja, había advertido antes que ya teníamos bastantes terroristas en España como para importar otros.
Para muchos habitantes de Torrejón fue un sarcasmo que trataran como amigos a los correligionarios de quienes provocaron allí mismo tanta muerte y dolor: ¿Habrá estado alguno de éstos implicado en el atentado?, se preguntaban.