El líder político se dirigió a su audiencia y advirtió: Si estos inmigrantes desprecian nuestra cultura, nuestros valores, nuestro idioma y se niegan a dialogar con las mujeres porque las consideran seres inferiores, hay que deportarlos.
Deportarlos, expulsarlos: una exigencia del ultraderechista francés Jean-Marie Le Pen, en su discurso tanto para la presidencia francesa como para las próximas elecciones generales.
Pero esta vez la demanda venía de un político catalán que casi nadie identificaría como ultraderechista: Josep Lluis Carod-Rovira, secretario general de Ezquerra Republicana de Catalunya (ERC), organización independentista, pero también considerada como progresista.
Poco después decía lo mismo Artur Mas, el sucesor en CiU de Jordi Pujol y su próximo candidato a la presidencia de la Generalitat..
Se referían al caso de los musulmanes de Premià de Mar, en el Maresme, cerca de Barcelona, que se enfrentan al rechazo popular a la construcción de su mezquita en el centro del pueblo y que les molesta dialogar con la alcaldesa por ser mujer.
“Houston, tenemos un problema”, gritaban angustiados los astronautas cuando creían que iban a perderse en el vacío espacial; Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia y tantos otros lugares: tenemos un problema, estamos desorientados ante esta nueva situación en la que ni la derecha ni la izquierda saben qué hacer.
Porque nos enfrentamos a la colisión de dos derechos: el de culto de los musulmanes, y el de impedir que impongan su creencia de que debe segregarse y minusvalorarse a la mujer.