El secretario de Política Institucional de las Juventudes Socialistas de Euzkadi, Eduardo Madina, víctima de un atentado de Eta que lo dejó sin una pierna el 19 de febrero, cree que ilegalizar Batasuna "es parte de una estrategia que gestiona el odio", por lo que abandera una campaña para evitarlo.
Lo dice como un reproche, y como si la bomba se la hubieran colocado sus compañeros del PSOE, o el PP, que preparan el proyecto de ley contra el nacionalsocialismo.
La frase, viniendo de quien seguramente fue denunciado por Batasuna para que lo mataran, es de infinita candidez, de bondad franciscana –pero San Francisco no se dejaba comer por los lobos, los cristianizaba—, o solo puede proceder de una víctima del Síndrome de Estocolmo (S.D.E.)
Síndrome de fascinación de los secuestrados hacia sus secuestradores porque éstos, pudiendo ser más crueles, no los exterminaron.
En Madrid vive una persona a quien la única bomba que colocó en España una banda extremista armenia le destrozó las piernas. Enseguida se convirtió en su mejor portavoz porque el explosivo, en lugar de matarlo, solo lo había dejado cojo: estupendos terroristas.
Tardó bastantes años en descubrir que padecía el S.D.E., un mal que amilana ya a demasiada gente perseguida de Euzkadi, herida, mutilada, que cree que los terroristas son bondadosos al no haberlos matado aún del todo.
Hasta que quizás despierten cargados de odio justiciero, como podrá ocurrirle a Madina. O quizás no despierten nunca.