He aquí cómo un pequeño grupo de indios colombianos usó la globalización solidaria para derrotar a la gran globalización explotadora:
Este fin de semana el gigante estadounidense Occidental Petroleum (Oxi) anunciaba el abandono de sus yacimientos en tierras de los indios Uwa, con unas reservas estimadas en 2.500 millones de barriles de crudo..
Los Uwa, habitantes de bosques de lluvia a los que han llegado los combates entre la guerrilla y el ejército colombianos, consiguieron este triunfo tras nueve años de pleitos y manifestaciones en su país y en Estados Unidos.
Un portavoz de la petrolera justificó el abandono porque ya no podía soportar el daño que sufría su imagen ante la opinión pública y los consumidores al enfrentarse a los Uwa.
Evaristo Tegría, líder de la tribu, advirtió que los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) deben marcharse también y dejar de asesinar a su pueblo, como hicieron con muchos de sus hermanos, e incluso con tres cooperantes estadounidenses: dos indias nativas y el popular ecologista Terrence Freitas.
Estos asesinatos fueron el descubrimiento de la criminalidad de las FARC para la izquierda norteamericana, que antes simpatizaba con su lucha, y un símbolo para las organizaciones humanitarias, religiosas y ecologistas encargadas de hostigar a Oxi hasta que renunció a las tierras Uwa.
Este es un caso rarísimo del triunfo del débil, pero revela que la imagen empresarial es un nuevo valor para obtener justicia en el mundo globalizado.