Se instaló la catástrofe en Zimbabue, el país que fue más rico de África: ya ha llegado el hambre a la mitad de la población, algo más de seis millones de personas, que añoran ahora los “buenos tiempos” coloniales pasados.
Parece una maldición africana:
Tiempos de racismo blanco y humillación, pero con alimentos y mejoras lentas, sin saltos atrás en aquella Rhodesia.
Ahora, violentas mafias patrióticas de antiguos luchadores independentistas explotan al pueblo; vuelta atrás en nombre del país liberado.
Robert Mugabe, reelegido presidente en marzo tras una campaña de intimidación a sus rivales, ha declarado el "estado de catástrofe”. Ahora, pide ayuda a las organizaciones internacionales que antes expulsó para que no testificaran sobre la corrupción de su régimen y la violencia de sus veteranos de guerra contra las productivas fincas cultivadas por excolonialistas.
Porque, aunque una prolongada sequía asola al país, la agricultura dirigida por europeos proporcionaba alimentos y divisas. La entrega de sus tierras, ciertamente las más ricas, a los veteranos de guerra ha producido la huida de los colonos blancos y de sus ayudantes nativos.
La producción de comestibles, incluido el maíz, base de la dieta nacional, ha caído a la mitad de la del año 2001, que ya fue inferior a la del 2000.
Es de prever la ampliación de las hambrunas y una posible guerra civil en este país que, con un poder nativo inteligente y honrado pudo haber sido un ejemplo para toda África.