Analicemos cómo hablan los politizados profesores de primera y segunda enseñanza pública de ambos sexos que aparecen en televisión convocando huelgas y concluiremos que sus razonamientos son pobres y su vocabulario tópico, corto e infantil.
No tienen nada que ver con algunos respetables maestros actuales que conocemos y a los que, muchas veces a su pesar, representan democráticamente.
La enseñanza está controlada por sindicalistas politizados, a los que nadie fiscaliza ni puede despedir, que ordenan caprichosamente protestas y que ocultan causas ideológicas tras la exigencia de supuestos derechos laborales.
Hemos transferido la admiración, el respeto casi religioso que le teníamos al maestro, hacia estos presuntos pedagogos creados por la LOGSE-LOE, que no saben enseñar, porque ellos mismos son ignorantes.
Pensando que eran como los sacrificados maestros que conocimos, o como algunos buenos actuales que tienen acobardados, les dimos todo lo que querían. Obtuvieron, aparte de seguridad vitalicia y sueldos decentes, múltiples privilegios.
Felices con los programas educativos falsamente progresistas, sin disciplina ni esfuerzo, los profesores de una izquierda casi siempre extrema y/o nacionalista exigen derechos, rechazan deberes, y hacen ahora huelgas para no impartir dos horas más semanales de clases.
Iban camino de ser un profesor por cada alumno, entre bajas por depresión, cursillos especiales, libre disposición y mil prebendas más.
Finlandia tiene una media de 18 alumnos por profesor y encabeza las evaluaciones PISA de los 34 países de la OCDE, mientras que España está en 8,6 alumnos por profesor, y un fracaso absoluto: el puesto 26.
Ahora, estos privilegiados, que cobran de nuestros impuestos, montan huelgas porque los recortes que todos sufrimos elevan a 10, quizás 11, los alumnos por profesor.
No tienen derecho moral a protestar mientras no sean como los maestros finlandeses: 18 alumnos por profesor, y números uno.
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SALAS. Debería titularse Piquete Educativo tras la "huelga general" de ayer y algunos asaltos de sus alumnos, normalmente los peores estudiantes.