Imaginémonos como brokers de Wall Street y miremos hacia España como posible destino de nuestros créditos o inversiones. ¿Qué vemos?
Primero, advirtamos que los mercados no hacemos análisis finos de un país sino grosso modo, viendo mucha televisión que nos ayuda a examinar la situación social, y estudiando datos técnicos, como la solvencia de sus bancos.
Por eso huimos de un país fallido, como no sea para venderle armas que deberá pagar al contado.
Entre una nación fallida y otra estable política y socialmente, de gran capacidad productiva y financiera, como Alemania, hay una distancia que medimos con la prima de riesgo.
Miramos a España, y nos parece que la prima actual, de cerca de 500 puntos, que es colosal, para muchos de nosotros resulta aún muy baja.
Vemos el partido Barça-Athletic Bilbao con los abucheos de los españoles a sí mismos, y pensamos que sus aficiones podrían representar un independentismo mayoritario de catalanes y vascos, casi diez millones de los 47 millones de habitantes del país.
Un bróker de Wall Street que ve el espectáculo se queda con el lema de que “Catalonia is not Spain”, que ya fue mundialmente conocido en 2009 con iguales contendientes en Valencia.
Súmense casos como el de Bankia, el cuarto banco español, que presentó 300 millones de euros de beneficios en 2011, cuando perdió realmente 3.000, y necesita 23.500 de rescate.
En esta situación España podría ir hacia un Estado fallido, política y geográficamente inestable.
Si yo soy los mercados no puedo confiar en un país que podría dividirse y crear crisis y enfrentamientos en sus nuevas fronteras, que engaña a los inversores, y con un 25 por ciento de paro.
Para mí, la prima de riesgo bajo esta situación debería estar en los mil puntos.
En realidad, que todos se vayan al diablo por haber decidido ser un estado fallido, y nada de prima de riesgo: exigiremos pago al contado porque terminarán matándose entre ellos.
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