P. Sharma hace campaña como “El Único Líder, Rey del Camelo, Que No Engaña”. Es candidato a diputado en la Asamblea del Estado indio de Uttar Pradesh, donde están el Taj Mahal y los Buda de Govindnagar.
Sharma es el primer político que revela cómo extasiar a las masas, embrujar a las audiencias.
El socialista José Luís Rodríguez Zapatero, aspirante a presidir el gobierno que suceda al conservador Aznar, es “Sosoman” en Canal + y debería estudiar alguna de las técnicas de Sharma y olvidarse de crear ministerios del Frente de Juventudes, que es lo que promete.
Cuando se trata de capacidades oratorias se recuerda en Sharma, por ejemplo, a Churchill, Kennedy, Nasser y, en España, a Felipe González. También a Hitler, Stalin, Mao y Fidel Castro.
Los sociolingüistas de la universidad norteamericana de Pardue atribuyen su carisma al uso de expresiones visuales (sol, tierra, luna, estrellas, mano, pie), no conceptuales (voluntad, bondad, sentimiento, alma).
Pero ese carisma se clarifica aún más con el proyecto de Sharma, hipnotizador profesional con 26.000 espectáculos de experiencia: se ha propuesto que el electorado lo vote en estado hipnótico, para lo que le ayudarán sus amigos y colegas, otros 200 hipnotizadores.
Sharma no es una anécdota. Es una prueba de cómo se puede manipular a las masas.
Es el primer y único político que no engaña al advertir que, además de evocar imágenes, como los grandes oradores, las hará reales en la mente de los votantes para imponerles su voluntad.
Algo de esta técnica le vendría bien a Zapatero cuando vaya a las elecciones.
No: le vendría muy bien.