Los argentinos analizamos a los demás con soberbia y sin piedad, y pocos nos atrevemos a aplicarnos igual rudeza. Yo sí, y hasta he decidido disolverme como patriota, y como tanguista, desapareceré al acabar la música.
Aldo J. Albini es economista y escritor, con una decena de publicaciones sobre su país. No llora por la economía, sino por el alma colectiva:
Argentina es Maradona. El mundo lo nombró mejor futbolista de la historia, perdonándole que durante la mitad de su carrera estuviera con drogas y dólares que dan euforia, elocuencia, sentido de superioridad y que provocan decisiones estúpidas. Es el héroe nacional.
Drogadicto y borracho violento que inicia peleas, predicador populista de tópicos vulgares, tramposo, como los militares, pero también con un toque de genialidad, Maradona-Argentina es un ente que se destruye a sí mismo mientras aplaudimos el gol que mete con la mano y negamos que sea una estafa, porque es la mano de Dios.
Maradona y Argentina: Maradina, un cuerpo de formas extrañas, pero portentoso. Desde muy joven asombró al mundo con sus capacidades.
Maradina se hizo rica exportando su fuerza y talento, pero enseguida empobreció, física y moralmente, dilapidando sus virtudes, ahorros y salud.
Negamos que la razón de nuestro hundimiento sea la miseria interna, las juergas locas, las drogas-dólar y la corrupción. Maradina se tatúa de Che Guevara y de Fidel, culpa de su desgracia a quienes la habían enriquecido y sigue dando consignas beodas y drogatas que muchos siguen
País insensato: hasta el cantante Palito Ortega, el entrenador Bilardo, los corredores de coches, y los militares, éstos para volver a asesinar y perder otra guerra con Inglaterra, malditas Malvinas, se creen aptos para ser presidentes, y puede que lo consigan.
Se acabó el tango. Yo, me largo.