Se dice que el rumor es la antesala de la noticia, pero cuando los rumores circulan imparables por los ambientes políticos, económicos y sociales que rigen el país, la noticia es la misma existencia de esos rumores.
Y estos días, los cuchicheos de quienes disponen habitualmente de buena información política indican inseguridad, desorientación, y desconfianza en los dirigentes nacionales.
Dentro y fuera del Parlamento, los rumores se oyen y se mascan. No son muy halagüeños para el Gobierno y sus aliados, pero tampoco para el Partido Popular.
El más activo habla de una creciente división ideológica en el PSOE. Porque Rodríguez Zapatero, que está viendo erosionado su carisma popular y pierde el respeto de sus compañeros de mala manera, tiene la revuelta anunciada si no desguaza el Estatut catalán asimétrico con las demás comunidades. Por muchas soluciones cabalísticas del número ocho que tenga para resolver el lío, ya se ha iniciado una erupción.
José Bono, no muy apreciado en todo el partido, pero que ahora es capaz de atraer a sus antiguos enemigos, sería la cabeza más apetecible para el posible motín.
Incluso le ayudarían a crear una nueva organización socialdemócrata muy cercana al centro si le fallaran los apoyos pesoístas, dicen estos rumores que circulan ente parlamentarios del PP, las minorías y del mismo PSOE.
Los populares tampoco saldrían muy beneficiados: esos y otros bisbiseos similares o paralelos dicen que Bono lograría atraer al alcalde de Madrid, el más centrista de los derechistas, Alberto Ruiz Gallardón, quien se llevaría con él la parte más moderada del PP.
El rumor del renacimiento de una UCD bisagra para tiempos de crisis o de ruptura puede que solo sea eso, un chisme poco fiable: pero que muestra, eso sí, la confusión y la descomposición ideológica dominantes.
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