Cuando las ministras posan como modelos lo hacen en Vogue, y para aparecer como intelectual José Luís Rodríguez Zapatero elige Marie Claire: revistas francesas, París, el coquetamente revolucionario espíritu de 1968 que renace en el Palacio de la Moncloa.
Se leen las declaraciones a Marie Claire de ZP y dan ganas de levantar los adoquines hasta “encontrar la playa”, como en París, y después tirárselos a la policía.
Se siente la incontenible necesidad de gritarle al mundo el lema del 68, “Sé realista, pide lo imposible”. Zapatero es más sabio, más académico. Dice: “La utopía forma parte de mi vocabulario esencial: lograr las conquistas imposibles”.
Realmente, ZP es mejor que Daniel Cohn-Bendit, el líder de aquél París, y conocido como Dany el Rojo. ZP también se ha autodefinido en Marie Claire como Zapatero el Rojo. Es un líder revolucionario al que no le valen actitudes poco radicales.
Dany, que era apátrida, proclamó que su única patria era la libertad. Lo mismo que el presidente español, para quien, además, el término Nación tiene un valor muy relativo, casi desdeñable.
Hay quien califica de inconsciente y temerario a ZP. Una equivocación: debemos verlo como alguien romántico, entrañable, como un rojo utópico, radical feminista de ambición igualitaria, que en la ONU tuvo la iluminación de que el pequeñísimo Djibouti era tan importante como EE.UU. Este relativismo explica la homogeneizadora Alianza de las Civilizaciones, que hereda otro eslogan del 68: “Haz el amor, no la guerra”.
Es apasionante revivir Paris, despreciar la prudencia, la solemnidad del Estado, y hacer la revolución, aunque resulte suicida. Es fastuoso gritar, como Dany, que “No hay que dar soluciones, sino crear problemas, porque las soluciones siempre son conservadoras”.
Pues, a ser realistas pidiendo lo imposible y a crear problemas, como Dany y ZP.
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