Aparte de los tres tanquistas estadounidenses que el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz quiere detener porque mataron con un obús al cámara de Telecinco, José Couso, hay otras personas a las que debería inculpar y encarcelar, y las primeras son sus jefes de la emisora de TV por enviarlo a una guerra sin los medios adecuados.
Los responsables de una guerra son los políticos, no los soldados. Quienes combaten y exponen sus vidas disparan contra cualquiera que creen que los amenaza.
Los marines temían que los brillantes objetivos que manejaban Couso y otros cámaras en el Hotel Palestina, aquel 3 de abril de 2003, fueran iraquíes infiltrados marcando su posición.
Pedraz, el juez que exoneró el terrorismo callejero y las amenazas de muerte de etarras a funcionarios de prisiones, una nueva estrella mediática de las que fabrica tenazmente la Audiencia Nacional, debería apuntar más arriba y dar orden de caza y captura del comandante supremo de los soldados que mataron a Couso, George W. Bush. El notición le daría fama mundial.
Y podría detener a Aznar por complicidad con Bush, aunque las tropas españolas no fueron a combatir, sino como fuerza pacificadora tras la invasión.
Pedraz tiene también otros justiciables sumamente atractivos: los accionistas de Telecinco, entre ellos Berlusconi, y sus directivos.
Porque enviaron a un trabajador autónomo, con un “contrato por obra” y su propia cámara pagada a plazos, a hacer un trabajo peligrosísimo en una guerra.
Pero, seamos sensatos, porque en casos así deberían evitarse la demagogia y el corporativismo: el informador y los suyos tienen que saber que quien va a una guerra expone su vida.
Para acudir hay que estar magníficamente pagado, bien entrenado, tener un gran contrato, un sustancioso seguro de vida a favor de la familia y chaleco antibalas: como Julio Anguita Parrado, muerto por un misil disparado contra los norteamericanos por unos iraquíes a los que no busca Pedraz.
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