Pues te digo que si detestas el Toro de la Vega es que no eres un español como es debido, porque los toros y su muerte pertenecen a nuestra cultura.
Sí, es cierto que muge de dolor y de terror. Pero yo también lo haría si sufriera un accidente. Son cosas del destino. Peor es el hambre del mundo o los niños que mueren en las guerras, ¿o no?.
Tendrías que sentir la excitación que viven todas las clases sociales de Tordesillas, al lado de Valladolid, cuando perseguimos el toro y lo perforamos con lanzadas que le asestamos a pie y a caballo, como hacían los moros cuando crearon la fiesta hace mil años.
Lo mejor es que quien le da el pinchazo final se lleva los testículos. Los cristianos se los ofrecíamos a la Virgen de la Peña, en cuyo honor hacemos esta celebración de machos. Aunque ahora ya hay mujeres bien bragadas que participan. Que lo sepa todo el mundo: las dejamos actuar porque somos muy feministas; eso es progresismo.
El espíritu de los pueblos como el nuestro es sagrado Y yo quiero que mis hijos y mis descendientes lo conserven.
Por eso exigimos respeto, porque este año vinieron montones de españoles y extranjeros a protestar contra nosotros. Gentes cursis que merecen que les escarmentemos con alguna lanzada. Y los que nos ultrajáis en los medios informativos posiblemente seréis los primeros en mugir como nuestro toro.
Un toro que fue criado para terminar herido de muerte. Además, tampoco hay tanta diferencia con las corridas en las plazas. Allí mata un torero. Aquí, muchos. Es lo mismo, aunque el Toro de la Vega, como es más primitivo, resulta más genuino y menos teatral. ¡Viva la Virgen de la Peña!.
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