España está haciendo en poco tiempo lo que en otros países occidentales están tardando décadas: beber ansiosamente del mitológico río Lete, uno de los del infierno, que tiene el terrible efecto de hacer olvidar el pasado
Su agua está logrando que se abandone aceleradamente el estudio de las humanidades, que son los saberes de los seres humanos sobre ellos mismos. Llegará el momento en el que los españoles desconocerán la filosofía, el arte, la historia, su civilización y su razón de ser.
Un ejemplo: como hicieron los talibanes destruyendo esculturas, y a pesar de todas las protestas, parece haberse decidido que desaparezca la carrera de Historia del Arte, cuyos titulados son quienes explican y enseñan la arquitectura griega, el románico, el gótico, o Rafael, Murillo o Goya.
Durante siglos de evolución, la civilización occidental había ido haciéndose pluridimensional y libre. Pero está en una regresión lenta y quizás irreversible, y no solo en España, sino en todo el mundo que ella misma creó: en Canadá comienzan a aceptar extraoficialmente, aunque la hayan rechazado formalmente, la Sharía como fuente de justicia entre los musulmanes del país.
Es como si guiara a las autoridades ese oscuro afán iconoclasta de los talibanes, como si ellas fueran el río Lete. Solo valoran los estudios técnicos, y los de las geografías mínimas y el falso humanismo de las identidades tribales o religiosas.
Desde casi todos los ámbitos se desprecian los valores civilizadores y cosmopolitas propios, forjados durante milenios de progreso del pensamiento, y se pretenden igualar las civilizaciones bárbaras y reaccionarias a la occidental, motor de sabiduría, la razón y las libertades.
Se desprecian Grecia, el Derecho Romano, el judeocristianismo, el Renacimiento, la Ilustración, el racionalismo. Llegará el día en el que seremos seres deshumanizados y dispuestos a volver al salvajismo.
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