Gran parte de los males que afectan a las sociedades nacen de la maldad innata en algunos de sus componentes, pero los políticos desconocen ese origen y el trasfondo de esas conductas.
Aunque el debate político de este lunes en TVE llegó casi a los nueve millones de seguidores, el noveno desde que existen estos enfrentamientos, tuvo cien veces más audiencia que un programa en TVE2 que deberían haber visto Casado, Sánchez, Rivera e Iglesias.
Hablaron de temas el maltrato de género o de la prisión permanente revisable; estarían mejor informados si hubieran seguido la entrevista del veterano periodista Ramón Colom en su espacio Millenium al catedrático de Psiquiatría y neurocientífico en la Universidad Autónoma de Barcelona Adolf Tobeña.
Trataba sobre su libro “Neurología de la maldad” (Plataforma), uno de sus 17 escritos hasta ahora, muchos de divulgación, y este en concreto a petición de jueces, fiscales y abogados de toda España.
Entre sus hallazgos está, como dice su libro, que “la cuota de bribones, villanos, matones y asesinos que cada sociedad debe sufrir se renueva sin cesar. Aunque transcurran las épocas, las circunstancias y las generaciones, los malvados no dejarán de alimentar las múltiples variantes de la criminalidad”.
Por la misma razón habrá siempre maltrato de género --en el que, afirma, el 70 por ciento de las muertes las causan los hombres y el 30 las mujeres--, aunque en numerosos casos esas conductas podrían corregirse con tecnología química.
Otra obra de Tobeña, “La pasión secesionista”, señala que el separatismo catalán obedece a la psicología del enamoramiento, y otra más, “Neuropolítica”, estudia si debería prescindirse de los políticos que venden esperanzas y demás abalorios ideológicos.
Tobeña podría ser el mejor consejero de los políticos españoles; y mejor, de los ciudadanos.
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Una característica elemental de la Ciencia es proporcionar explicaciones causales, relaciones causa-efecto. Explicar las malas acciones como resultado de "la maldad" es tan estúpido como explicar el efecto narcótico del opio diciendo que tiene "virtud dormitiva". Hay que ser bastante cazurro para no ver que eso no explica nada, y sólamente cambia un nombre por otro. Sería tan idiota como decir que el delincuente sufre actitud delictiva.
Almas de cántaro.
Publicado por: Silena | jueves, 25 abril 2019 en 07:54