En los lugares donde el partido derechista Vox convoca mítines los independentistas y la ultraizquierda acosan y agreden a sus militantes, provocándolos para que respondan.
En Cataluña son las CUP y los CDR, y en el resto de España Podemos, apoyado por el PSOE en Andalucía.
Podría iniciarse así una ola de violencia en focos dispersos por el país que tendrían mayor gravedad que la kale borroka, limitada al País Vasco y Navarra, y ahora casi extinguida, aunque a veces aparecen rescoldos.
Habría heridos y quizás muertos en este ambiente azuzado por la polarización política sobrealimentada por partidos, televisiones y redes sociales.
Lo que recordaría a los fanáticos izquierdistas y derechistas en los 1930 que empezaron hostigándose en las calles, siguieron matándose a tiros y terminaron en guerra civil.
Vox, cuyo derechismo es duro, pero no inconstitucional, alberga a gente no menos bragada que la que le ataca con palos, piedras y heces, como ya habían hecho antes con Ciudadanos en Cataluña.
Pero los seguidores de Albert Rivera son más pacientes que quienes fueron perseguidos y secuestrados por ETA, como su líder Santiago Abascal o José Antonio Ortega Lara, que han denunciado a Pablo Manuel Iglesias por delitos de odio al convocar contra ellos manifestaciones y “alertas antifascistas violentas”.
Otro acosado es su secretario general Javier Ortega Smith, un abogado que fue boina verde. Las artes marciales que practica le ordenan pasividad fuera del ring, pero su enorme fortaleza física muestra un poder contenido que podría desatarse frente a las agresiones.
No debe provocarse a la gente en sus actos pacíficos. Ante a un Podemos camorrista, aunque decadente, el PSOE debería llamar a la contención y no lo contrario, como hace para enfrentarse en las calles al nuevo gobierno andaluz .
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El discurso de los corderos, con una Generalitat que sistemáticamente incumple sus funciones en todo lo tocante al orden público vs pruses, ya ha pasado a la historia.
Los catalanes que nos reconocemos también españoles estamos hartos, hartos de callar y de permitir que se nos agreda y, encima, tener que poner la otra mejilla, que es lo que dicen los exquisitos equidistantes (¡ellos!) que debemos hacer, que dos no riñen si uno no quiere.
Y es que, puestos a salir a la calle para lo que sea, somos cada vez más, y ellos cada vez menos. Porque la cosa ya se plantea en términos de "ellos" y "nosotros". A eso conduce la inacción de los Mossos, la traición de los gestores públicos a sus obligaciones y la violencia supremacista desatada.
Publicado por: jam, bcn | jueves, 17 enero 2019 en 16:35