Los incidentes de este miércoles en Murcia evocaron, aunque de momento tenuamente, al 10 de mayo de 1931, cuando la inauguración del Círculo Monárquico en Madrid fue denunciada por la izquierda radical como una provocación y respondida con una cadena de incendios de iglesias, seguida de choques entre distintas ideologías, una guerra civil y una dictadura de 36 años.
Unos doscientos de jóvenes ultraizquierdistas con dirigentes y militantes locales de Podemos quisieron abortar con amenazas y agresiones un mitin de Vox, fuerza calificada de ultraderecha fascista por los demás partidos, incluido el PP, pero que de momento no ha sido violento ni ha llamado a serlo con nadie; incluso ha jurado no ser antisemita.
Los gritos de los manifestantes eran, entre otros: “Os mataremos como en Paracuellos”, “Arderéis como en el 36”, “Sin piernas ni brazos, fascistas a pedazos”, “Facha, pardillo, tu boca en el bordillo”.
El eslogan más malvado era el de “Ortega Lara, que lo vuelvan al zulo”, dirigido al secuestrado en 1997 por ETA 532 días en una covacha bajo pesadas máquinas; los terroristas, ya detenidos, no querían revelar donde lo tenían, por lo que iban a dejarlo morir allí.
Sólo la intuición de un guardia civil descubrió el lugar y rescató al cadavérico rehén que 17 años después se unió a Vox, sin tratar molestar en ningún momento a su secuestrador y guardián más brutal, Josu Uribetxeberria Bolinaga.
La democracia liberó al terrorista Bolinaga en 2012 faltándole muchos años de cárcel porque padecía cáncer. Vivió tres años más, hasta 2015, y Ortega Lara dejó vivir y morir en paz sin tratar de vengarse, al menos un poco, de ser tan miserable.
La policía contuvo a la masa cargada de odio en Murcia que aplaudía a Bolinaga, pero no abortó su concentración antes de que se montara, pese a que nada impedía legalmente que los simpatizantes de Vox se reunieran en un mitin.
También era legal hace 87 años que los monárquicos crearan sedes para aglutinar militantes y prepararlos para las elecciones posteriores.
La ausencia de una autoridad republicana, formándose todavía tras las elecciones de un mes antes, permitió que los más exaltados se apoderaran de las calles y comenzaran a lanzar represalias contra los “enemigos de clase”, lo que facilitó la aparición dos años después de la Falange. Y luego…
Lo ocurrido este miércoles en Murcia no es un hecho aislado porque se añade a los ataques crecientes a lo que no sea separatismo o comunismo de Podemos.
Separatismo apoyado y jaleado por los ultraizquierdistas de Murcia, al que debe sumarse el acoso progresivo a los no independentistas y a los jueces, la autoridad más acatada hasta ahora.
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Vox es una organización que aspira a disolver autonomías contra los deseos de sus ciudadanos, a perseguir determinados partidos políticos independentistas y a determinadas personas en función de su ideología. Todos sabemos que Vox juegan el viejo papel de los "camisas pardas" alemanes, y que si todavía no han pasado a la acción (sí en pequeña medida) es porque son cuatro gatos, unos poquitos exaltados que quieren imponer su falangismo a la totalidad de España.
Podemos, contra la mentira del indocumentado, ni es comunista (no propone soviets, ni nacionalizaciones, ni economía estatalista) ni es separatista (Pablo Iglesias ha reiterado que él está por una Catalunya unida a España). Eso sí, como buen demócrata (al contrario del indocumentado) desea que los catalanes puedan votar en libertad el futuro que desean. La disyuntiva está donde estuvo siempre: libertad frente a autoritarismo y totalitarismo.
Publicado por: Justo CONESA | sábado, 17 noviembre 2018 en 12:20