Que las mujeres tengan las mismas oportunidades para estudiar, trabajar y obtener un sueldo igual que los hombres para igual trabajo, o exigir que se respete su dignidad es algo que deberemos seguir imponiendo en la conciencia general, aunque queden grupos con atavismos culturales o religiosos que se opongan.
Pero hay ejemplos empíricos en los que es difícil lograr la igualdad por las distintas capacidades de la mujer y el hombre.
La mujer, con limitadas excepciones, no puede alcanzar la igualdad como picadora en las minas, por ejemplo: o es de una fortaleza extraordinaria o será incapaz de producir como la mayoría de los hombres.
Uber, la empresa informática que rivaliza con los taxis tradicionales, acaba de descubrir en Nueva York que las mujeres conductoras ganan el 14 por ciento menos que los hombres, aun teniendo la misma paga por las mismas carreras y horas de trabajo.
Según su estudio, conducen más lentamente, porque instintivamente son más prudentes aunque tengan igual número de accidentes; solamente dos de ellas en toda la ciudad son más rápidas que la media de centenares de hombres.
Hay algo que se olvida al tratar la igualdad de sexos o género: en 2016 se contaron en España 3.569 suicidios, de los que 2.662 fueron de hombres y 907 de mujeres, tres hombres por cada mujer. Una gran desigualdad que nadie quiere estudiar porque quizás desmantela la teoría de género.
Datos del INE que muestran una desigualdad que tratamos sin interesarnos en ella: nos horroriza que en ese año se hubieran producido 44 crímenes machistas que recibieron gran atención mediática, sin que prácticamente hubiera noticias sobre los 60,5 hombres suicidas por cada una de esas mujeres asesinadas.
Aunque debe seguir fascinándonos el misterio de la mujer, único sexo con capacidad para reproducir la especie humana con un solo espermatozoide masculino, uno de millones que él sigue generando sin parar y sin cambio fisiológico durante los nueve meses que ella emplea en crear un nuevo ser humano.
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Somos lo que somos, llegamos hasta aquí gracias al esfuerzo de nuestros mayores, y las mujeres no olvidamos a aquellas sufragistas, valientes y solidarias que, en tiempo de cólera, reivindicaban derechos que hoy damos por garantizados.
Miro hacia atrás y me veo creciendo entre hermanos sin que en casa existiese la menor discriminación Pienso en el Instituto, en que se castigaba o premiaba de igual forma a unos y otras. En la Universidad jamás percibí distingos ni favoritismos.
Tengo amigos que quiero como hermanos. He compartido aulas y mesas de trabajo con compañeros docentes, foros, terlulias, radiofónicas y televisivas con contertulios diversos, con las discrepancias inevitables, pero sin limitaciones o complejos de ningún tipo. Siempre con respeto y consideración recíproco.
Y si alguien me cedió el paso o me dijo una gentileza, no pude menos que agradecerlo
Cierto que en el pasado la vida de la mujer era ingrata. Cierto que lo sigue siendo para muchas mujeres, cansadas, abusadas, desmerecidas, y que TOD@S queremos que eso cambie. Pero me niego a que me representen portavozas oportunistas que apoyan a maltratadores, terroristas, narcodictadores e islamistas, la hez del machismo. Y todo para engordar la caja de los votos.
Por cierto, cumple recordar algo que la selectiva Memoria Histórica socialista olvida y oculta : Fue una mujer de izquierdas, Victoria Kent, la que proclamó en 1931 el rechazo del codiciado voto que la mujer española demandaba.
A los progres les pareció peligroso dejar votar a mujeres poco formadas, nada ideologizadas en los mantras lefties , influenciables por curas y monjas, familias y amigas convencionales, etc.
Les pareció mejor negarles ese derecho básico que arriesgarse al subidón de los conservadores.
Pasado el tiempo, en su intento permanente de sumar colectivos y apoyos, la izquierdona se apropió del feminismo, del antibelicismo, del lgtbismo, del ecologismo, del nacionalismo, del buenismo, contaminándolo todo con sus mantras y sus proclamas antidemocráticas que incluyen pactos con antisistema totalitarios castrochavistas
Por eso somos legión las mujeres que NO NOS SENTIMOS REPRESENTADAS por activistas AJENOS A NUESTROS INTERESES. Nos negamos a que nos manipulen, nos representen, nos portavoceen y tutelen como menores o discapacitadas, que nos den cuotas para jóvenas, miembras y Dia de la Mujer mientras no exista el del hombre.
No somos víctimas a merced de los córvidos. "No somos víctimas" es el Manifiesto feminista que nos involucra, y no el panfleto agresivo y ofensivo, el Juntas somos Mas, que colgó aqui el Boss hace unos días.
https://elpais.com/elpais/2018/03/05/opinion/1520273619_739464.html
Publicado por: MIRANDA | viernes, 09 marzo 2018 en 16:41