Los españoles quieren que se instaure la cadena perpetua pero rechazan la pena de muerte, incluso para los peores criminales, según los resultados obtenidos por “Simple Lógica”, empresa encuestadora con numerosos clientes en organismos públicos y empresas privadas.
Todas las fuerzas políticas, derechas, izquierdas y nacionalistas están de acuerdo con la ciudadanía en oponerse a la ejecución de asesinos como los yihadistas, o los genocidas.
Pero no pasa lo mismo con las penas más largas, como la “prisión permanente revisable” aprobada por la mayoría del PP en 2015 y que ahora los demás partidos quieren derogar.
Las dos principales fuerzas de la izquierda, PSOE y Unidos Podemos, los nacionalistas de todo origen y un ambivalente Ciudadanos, lucharán próximamente en el Congreso contra esa figura penal a pesar de que los españoles, incluidos sus votantes, son más duros aún que el Partido Popular.
Una postura que el PP podría explotar ante unas elecciones, sobre todo si reinciden, como está ocurriendo repetidamente, algunos asesinos liberados por la lenidad penitencia, que busca solamente la rehabilitación del delincuente y atenúa su castigo calculando mal las consecuencias.
Los encuestadores, que consultaron a 1.065 personas, (95% de nivel de confianza), encontraron varios elementos llamativos a tener en cuenta por todos nosotros.
Se ha incrementado la proporción de partidarios de la cadena perpetua para delitos especialmente graves (76,5%) con respecto a 2015 (67,7%).
El 79,8% de los jóvenes de 18 a 25 años defiende la cadena perpetua, frente al 73% de los de más de 65 años.
Aunque solo el 25,6% de todas las edades apoya la pena de muerte, entre los jóvenes de 18 a 24 años es el 37,7%, más del doble que los mayores de 65 (15,4%).
Atentos a los jóvenes: vienen muy justicieros.
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"Los españoles quieren que se instaure la cadena perpetua" es una afirmación abusiva. "Los españoles", cuáles?
Por mucho que haya una encuesta, y que tenga una fiabilidad alta, eso sólo quiere decir que los encuestados no han mentido. No quiere decir que no vayan a deponer su actitud en cuanto tengan información más relevante, o en cuanto se enteren de que los juzgados tienen opiniones divergentes, o que la relación entre cadena perpetua y tasa de delincuencia es inexistente, o sepan algún condicionante ignorado del delincuente.
El Tribunal Supremo acaba de echar por tierra la sentencia de la Audiencia Nacional contra la tuitera Casandra por sus chistes sobre un ministro del dictador Franco. Delitos de odio, se decía. Ahora el TS dice simplemente que son chorradas, aunque lo diga en su lenguaje técnico. Como si odiar a un dictador no fuera un acto de bondad hacia el resto de la humanidad. Como lo era el odio a Hitler, a Stalin o a Eichmann.
Toda la cuestión de los delitos, las penas, las culpas y las responsabilidades es muy turbia y muy vidriosa, y exige una sólida formación psíquica y jurídica y moral. Como para hacer caso a lo que se le ocurra al populacho movido por venadas y pasiones alocadas. La opinión de la masa amorfa dependerá de lo último que haya oído por la tele anoche antes de acostarse. No vale para nada. Ni los jueces están de acuerdo. Con eso se dice todo.
Publicado por: Félix Sanjuan | lunes, 05 marzo 2018 en 00:43