Socialdemócratas, comunistas, anarquistas y también nacionalistas han decidido legislar que los delitos, incluidos los crímenes más atroces, son producto de las desgraciadas circunstancias de su autor, por lo que debe ser liberado una vez reeducado por los psicólogos.
Por eso José Enrique Abuín Gey, “El Chicle”, autor confeso del asesinato de Diana Quer –y el intento de secuestro de otra mujer, y a saber cuántos crímenes más--, cree que en siete años estará en libertad según la carta que envió a sus padres desde la prisión donde ya están “reformándolo” los especialistas.
Haber tasado en siete años su condena no ha salido de su bastante limitado cerebro, sino que es una idea transmitida por su defensa, que sí cree que sería plausible si desaparece la prisión permanente revisable a la que podrían condenarlo.
Mientras, Juan Carlos Quer, el padre de Diana, y otros padres de víctimas han conseguido tres millones de firmas de apoyo para evitar que se derogue esa figura de la prisión permanente revisable, cuya propuesta de anulación abandera el PSOE.
Pedro Sánchez, está así junto a Podemos y el PNV –que teme que algún terrorista vuelva a matar y le caiga la permanente revisable—, mientras Ciudadanos nada entre dos aguas, unas veces a favor, otras en contra.
Pablo Manuel Iglesias con siniestro buenismo se ensaña al decir que los padres exhalan “un halo de venganza”. Lo dice él, que apoya indirectamente los asesinatos de Maduro y que exige además reducir las penas por atentar contra policías españoles.
Crecerá la indignación popular. Entre separatismos tratados suavemente y los posibles siete años para un depredador aparecerá la ultraderecha prometiendo ser justiciera, y entonces habrá que proclamar que el germen estuvo en el buenismo “progresí”, el progresismo reaccionario.
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OTRAS COSAS: PROTESTA FEMINISTA ANTE LA MEZQUITA DE SAN SEBASTIÁN
Es una historia que en buena parte de Europa ya conocen, pese a que los más recalcitrantes continuan negándose a entenderlo.
Un fenómeno populista como AfD, p.e., habría sido imposible sin la disparatada política de acogida alemana. Hoy día es posible encontrar alemanes que se califican a sí mismos incluso como "marrones", algo impensable hace diez años.
Publicado por: jam, bcn | lunes, 12 marzo 2018 en 18:30