Dando la vuelta al mundo se descubre que desde las elecciones catalanas del 21 de diciembre España aparece en las noticias con una asiduidad desconocida en los últimos años, sobre todo por el sorprendente nacimiento de Tabarnia, zona desgajada de la Cataluña separatista formada por la franja industrial y costera de Tarragona y Barcelona.
Pocos españoles conocían la existencia de Tabarnia hasta estas Navidades, cuando los españolistas ganaron las elecciones en esa área, gracias sobre todo a Ciudadanos (C’s), lo que demostró la inexistencia de un “único pueblo catalán”, concepto elaborado por la ingeniería social del nacionalismo.
Con esa base, los poco conocidos representantes tabarneses reclamaron formar una Comunidad Autónoma española propia y diferenciada.
Grandes medios internacionales, felices con un previsible conflicto sangriento–este cronista conoce a varios colegas que desean ser nuevos Hemingway en otra guerra civil—, descubrieron que en realidad hay dos Cataluñas, y una de ellas, ligeramente superior en votos aunque no en escaños, no es independentista.
Todo se trastocó. Los independentistas, presentados con cierto halo romántico por unos medios que trataban de proclamar la España actual como heredera de la Inquisición o del franquismo –siguiendo el relato separatista--, resultaron los verdaderos opresores culturales, sociales y supremacistas étnicos: ellos son los únicos continuadores de esa tiranía española.
Y los que crearon Tabarnia como un experimento casi humorístico para aplicarle al separatismo los mismos argumentos que usa para separarse de España, se encontraron con un éxito mundial inesperado.
Ahora los separatistas, gracias a Carles Puigdemont, aparecen además pegados a la ultraderecha flamenca, heredera vergonzante de alianzas con el nazismo.
En los medios informativos mundiales por fin el relato, síntesis que asimila la opinión pública de los principales conceptos sobre España y Cataluña, está dominándolo Tabarnia, esto es, España.
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EL CRONISTA, DE VUELTA.
Lo que nos rodea es muy grande, pero no mucho mejor, y muchas veces peor. Hay países de gente aparentemente feliz que se siente muy desgraciada, otros de gente aparentemente desgraciada que se siente feliz porque no sabe qué es serlo según nuestros baremos.
A pesar de sus problemas España es uno de los lugares menos malos para vivir, es decir, mejores, y este cronista que dio bastantes tumbos por el mundo cree el suyo es un gran, hermoso y bastante justo país, con unos servicios sociales muy pero que muy por encima de los de numerosos países más ricos y supuestamente prestigiosos.
Los españoles somos masoquistamente autocríticos.
Bienvenido a tu casa, amigo Molares. Espero que pasases unas buenas vacaciones navideñas, y que el nuevo año os sea del todo propicio. Saudiños desde tu tierra.
Conforme pasan los días, el disparatado invento que fusiona TArragona y BARcelona en TABARnia, parece ilusionar a más catalanes, que insisten mucho en que “Barcelona no es la Cataluña rural” y que Tabarnia tiene características diferenciadas del resto de Cataluña, al ser más pujante, aportar más via impuestos, recibir menos de la Generalidad y seguramente tener vínculos más arraigados con el resto de España.
Así es que, del “Cataluña no es España”, muchos han pasado a “Barcelona o Tabarnia no es Cataluña”. y lo que parecía un invento irónico frente al intento de secesión catalanista, un contraataque como diciendo “A ver qué hacéis ahora solos si se segrega lo mejor de Cataluña”, se está convirtiendo en una posibilidad que muchos contemplan con ojos golositos.
La cuestión ahora es si esa demanda de autonomía del área costera barcelo-tarraconense no irá dando paso a un proyecto en busca de un nuevo marco legislativo para una autonomía propia para Barcelona y su área de influencia, que gestionaría sus propios recursos e inversiones, tal y como hacen Madrid y provincia independizada de Castilla la Nueva, la Rioja de Castilla la Vieja, Albacete de Murcia.
Pudiera ser que a la Cataluña rural independentista, localista, provinciana, de cortas miras y agresivamente monolinguista y excluyente en catalán, le saliera respondona la Cataluña bilingüe, cosmopolita, próspera, multicultural, muy integrada en España y Europa.
Si independizar el Madrid autonómico, considerando su peso, no pareció un disparate ni un esperpento, ¿por qué puede parecerlo cuando se trata de Barcelona?, siguen preguntándose los Tabarneses, que, con himno y bandera propios, no parecen estar de broma, precisamente.
Espera a ver por donde sale el invento...y si la payasada puchimónica deriva en drama o se queda en agua de borrajas.
(INCISO CORTANTE: ¿Por qué los sucesivos Gobiernos de la Democracia no modificaron la LEY ELECTORAL, para que un voto valga siempre lo mismo, y no cuatro veces más en el rural leridano que en el urbano barcelonés?)
Publicado por: MIRANDA | lunes, 08 enero 2018 en 20:52