Que la española Belén Garijo, de Almansa, Albacete, sea la directiva mejor pagada de Alemania al cobrar 5,7 millones de euros anuales, 20 veces más que Angela Merkel, señala, primero, que una mujer puede competir y triunfar con su preparación, iniciativa y esfuerzo igual que si fuera un hombre.
Y, segundo, que alguien español puede hacerlo en el país económicamente más poderoso de Europa y en una de las primeras multinacionales del mundo: un aviso favorable para quienes poseen talento y voluntad.
La España de los emigrantes con maletas de cartón de la primera mitad del siglo XX es ahora la de los alrededor de 700.000 estudiantes de Erasmus desde que se inició este programa europeo, ahora profesionales que pueden ir por el mundo como si fuera suyo.
“Se nos van los jóvenes”, gimen quienes cultivan la leyenda del emigrante: recuérdese la lamentable manifestación de las maletas cuando el Prestige que, al contrario, le proporcionó a los afectados notables indemnizaciones.
Hoy, además, el vuelo entre dos ciudades europeas puede ser más corto que la vuelta a una ciudad en fin de semana desde una playa cercana.
España es el país con menos emigrantes de Europa, según cifras de la ONU, el 2,7 por ciento de su población, cuando hay países que se enriquecen cuando exportan talento e iniciativa.
Alemania, el 5 por ciento, Reino Unido, 7,6; Italia, 4,9; Francia, 3,3; hasta los nórdicos tienen más emigrantes: Noruega, 3,7, Suecia, 3,4; Finlandia, 5,4, Dinamarca, 4,1.
Aunque los más exportadores son Portugal 22,3 e Irlanda, 18,8.
En España todavía hay pocas multinacionales como los laboratorios Merck de Garijo, pero ya surgen ejemplos como Inditex, con sus tanques de talento, los bancos internacionales, o las empresas de ingeniería y construcción, las primeras del mundo, que atraen inmigrantes de los países más ricos.
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La emigración de españoles altamente cualificados no es nueva. Es lógico que estos jóvenes aspiren a obtener el máximo rendimiento a sus capacidades, en un mundo globalizado que ya no los asusta. Aunque no todo es fuga de cerebros, sino que existen perfiles heterogéneos en la emigración, y personas no tan jóvenes
La crisis zapatera, que frustró muchas expectativas laborales, empujó a ir a labrarse un futuro en otros países. Personas con aspiraciones de movilidad que trataban de huir de empleos precarios y mal remunerados, en busca de perspectivas, como lo hacían en los años 60, a menudo con los mismos problemas que aquellos con la lengua, inglés, alemán, holandés, etc..
Seguramente, la precariedad laboral, la temporalidad, las dificultades para emanciparse o para promocionarse, empujan a muchos a emigrar. Además en otros países europeos encuentran una cultura empresarial mucho más favorable que la española, con flexibilidad horaria, autonomía para desenvolver el trabajo, reconocimiento expreso de sus jefes, etc.
Emigrar hoy no es, ni remotamente, tan duro como fue en otro tiempo. Y los gallegos sabemos muchísimo de emigración a Europa y las Américas. Hoy, la facilidad de desplazamientos, las tecnologías para comunicarse y trabajar, el mundo multicultural y globalizado que no te hace sentir extraño en ninguna parte, el retorno abierto en el horizonte con mejores posibilidades en España.....definitivamente las fronteras se han desdibujado y tener hijos o hermanos emigrados no supone el desgarro que fue en otro tiempo.
Aunque bien quisiéramos que esos cerebros especiales pudieran quedarse para hacer por lo nuestro...y en su lugar, que los mequetrefes que parasitan la política y aledaños se fuesen a trincar y enredar a otra parte.
Publicado por: MIRANDA | domingo, 21 enero 2018 en 17:48