Els segadors, escuela de odio

“¡Buen golpe de hoz!/ ¡Buen golpe de hoz, /¡defensores de la tierra!/ ¡Buen golpe de hoz! (…) ¡Que tiemble el enemigo/ al ver nuestra enseña:/ como hacemos caer espigas de oro,/ cuando conviene segamos cadenas!”, dicen un par de estrofas de Els Segadors, el himno oficial catalán desde 1993.

Las simbólicas espigas de oro son las cabezas de “los castellanos”, los “mesetarios”, como le llaman despectivamente los independentistas al resto de los españoles, incluidos los catalanes no nacionalistas.

Su música se basa en una antigua composición religiosa judía (“Ein K'Eloheinu”, No hay nadie como nuestro Dios), con texto cambiado y catalanizado en 1892, que Jordi Pujol proclamó himno oficial dieciséis años después de que Josep Tarradellas recuperara la Generalidad.

Hay que observar atentamente la cara de emoción, entusiasmo, incluso ira, que en pocos años podría ser odio, en los niños catalanes que aprenden y cantan obligatoriamente ese sanguinario y vengativo texto que rememora un levantamiento campesino en 1640 contra los abusos de las tropas del rey Felipe IV y contra los privilegios de la aristocracia y la burguesía catalanas.

También fue una guerra entre catalanes, en realidad entre Austrias y Borbones, que se repetiría en la Guerra de Sucesión española de 1700 –muerte de Carlos II sin heredero--, concluida en 1714 en la Diada, tras otra guerra civil española y, por tanto, catalana: igual que la guerra civil 1936-1939.

Los inspiradores cantos yihadistas contienen llamamientos simbólicos similares. Alaban cortar cabezas. La liturgia de la fe que lleva a la muerte refunde muchos ritos, entre ellos las canciones de odio que prometen un mañana paradisíaco con decapitaciones.

Es el mensaje que, cada día más, introducen en las mentes infantiles catalanas, y sienten ya, hasta en el fútbol, tantos adultos.

---------

SALAS