Señores Iglesias Turrión y Sánchez Pérez-Castejón:
Expliquen ampliamente sus planes políticos y económicos, y abandonen de momento su obsesión con Mariano Rajoy, que mandará hasta 2019, y como sigan ustedes así también después.
Es tal su inquina personal contra él que los ciudadanos sin una clara opción política comienzan a verlo como una víctima, como un perro pachón al que dos mastines tratan de matar con ladridos agudos que solo ensordecen, sin lanzarle verdaderas dentelladas: parecen estar asustados.
Pedro Sánchez siente una aversión patológica hacia a Rajoy: el PSOE amenaza ahora con denunciarlo internacionalmente si suspende la autonomía catalana aplicando el Art. 155 de la Constitución, como pide Alfonso Guerra.
Y el pachón que ladra poco, pero con sonidos más profundos e intimidatorios que los de los mastines, es un inmutable tipo barbado gris sólo llamativo por alto y por su cabello caoba, que parece teñido.
Que se recuerde sólo vibró indignado en un debate electoral cuando el revenido jefe socialista le insultó repetidamente llamándole indecente.
Aunque la decencia o indecencia son conceptos subjetivos, y se valoran según de quien provengan, Rajoy le lanzó un ensalmo, una maldición: “Este insulto lo perseguirá a usted para siempre”.
Sánchez tiene ahora la maldición tatuada en la frente, la lengua y el corazón, y está uncido perennemente a una noria que da infinitas vueltas a la injuria.
Y aunque Sánchez ha triunfado entre los militantes socialistas que también odian porque consigue chapotear entre la corrupción sin mancharse legalmente, los sondeos dicen que cada vez cae peor entre el electorado que hace presidentes, y que ven a Rajoy como el tranquilo pachón acosado; aunque aquí quien más gana es Ciudadanos.
La obsesión oculta de Iglesias es el PSOE, más que Rajoy, pero con ladridos tan redundantes y desmedidos contra el PP que hará que gane las próximas elecciones.
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Rajoy no es malo como gestor y político, tiene muy en cuenta las circunstancias del país, mas que la propia ideología.
Pero es cierto que nos hemos quedado sin la opción del voto de castigo a su partido, por los numerosos casos de corrupción (aunque provengan del pasado). Al menos sin que ello suponga cortarnos la cabeza a nosotros mismos (vamos, que sería peor el remedio que la enfermedad).
Aunque hay que reconocerles que por su parte han cambiado y se ha impuesto "el que la haga la pague" y el "cada palo aguante su vela".
Y C´s? pues sigue a examen, mas ahora, a ver si negocia "y que?" con el "nuevo Psoe", curiosamente mas cavernícola que nunca.
Publicado por: Demafanequeira | sábado, 24 junio 2017 en 19:04