Alsasua es un pueblo navarro pegado a Guipúzcoa que le debe su existencia como centro industrial a la españolísima línea de ferrocarril Madrid-Irún, abierta en el siglo XIX.
Durante el franquismo amplió allí sus talleres de material que atrajeron población del resto de España hasta duplicarla y llegar a los 7.200 habitantes que mantiene desde entonces.
En la madrugada del 15 de octubre, fin de semana, entre treinta y cincuenta jóvenes vinculados a los partidos herederos de ETA atacaron en horda a dos guardias civiles de paisano y sus parejas tras descubrirlos en un bar donde estaban tranquilamente, hiriéndolos, a uno de gravedad.
Este linchamiento se añadía a las agresiones verbales, los desprecios y la segregación a la que somete una parte de los habitantes del pueblo a quienes representan el orden del país que les da de comer, sí, también con la fábrica de carrocerías Sunsundegui, varios talleres ferroviarios de CAF, y empresas auxiliares.
¿Cuántos hijos de extremeños, andaluces o gallegos había en la jauría que atacó a los guardias civiles? ¿Cuántos maketos reconvertidos, como los hijos de charnegos Rufián de ERC o David Fernández, “el chófer de ETA”, de la CUP, separatistas catalanes?
Enseguida identificaron a los principales agresores, de los que media docena están en prisión preventiva acusados de terrorismo: su violencia fue una bomba intimidatoria sin explosivo que aterroriza a familias enteras.
Lloran los agresores y sus familias alegando que aquel linchamiento fue “una pelea tabernaria”, versión a la que se ha unido Podemos, que está en todo lo peor.
Se manifiesta con los proetarras y acusa a los agentes de provocación, como cuando en una manifestación apalearon a un policía aislado –origen de la “Ley Mordaza”--, e Iglesias Turrión proclamó su emoción ante aquel espectáculo.
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Pues sí, se trató de una bronca tabernaria causada por una población, Alsasua, que ha estado décadas soportando provocaciones y hostigamiento, por el hecho de ser muy independentista, por parte de las fuerzas de seguridad de la dictadura. Recuérdese: JAMÁS hubo ajuste de cuentas ni disolución de la policía franquista, al revés que en todas las dictaduras del mundo cuando caen. En eso, entre otras cosas, consistió la famosa "transición".
Cuando algunos del pueblo han reprochado a los guardias todo lo que han pasado, se ha llegado a la bronca, los forcejeos y el intercambio de golpes, que ya se esclarecerá lo que fue.
La pelea no estuvo bien, y no es el camino, pero llamar a esta gresca "terrorismo" es algo tan desmadrado y abusivo que sólo se puede entender a partir de la "neolengua" introducida por el gobierno en el poder, capaz de calificar de "protección al ciudadano" los apaleamientos a la gente pacífica concentrada alrededor del Parlamento, y a las multas bestiales si se protesta por despidos o desahucios. Tendrán que venir Tribunales europeos fiables para enseñar a los jueces abusivos y excesivos españoles qué coño debe entenderse por "terrorismo". Es así, a golpe de ridículo internacional como aprenden las instituciones españolas. No es la primera vez, ni va a ser la última.
Publicado por: Javi Aranguio | domingo, 04 diciembre 2016 en 18:35