Lección a saber: “El sanchismo es la enfermedad terminal del socialismo español, un cáncer sólo curable extirpando sus metástasis y las extremidades gangrenadas”.
Es la herencia más letal del zapaterismo, que empezó creando un estatuto para una Cataluña semiindependiente a instancias del PSC de Pasqual Maragall y del charnego José Montilla.
Gobernaron la Generalidad con la antiespañola ERC y los poscomunistas, lo que hundió allí hasta quemarlo al antes poderoso PSOE. Ahora sólo quedan sus cenizas del PSC.
Un PSC que quiere declarar ahora Nación a Cataluña, “trabajar codo con codo” con Podemos como pide el Papa sanchista, Pedro Sánchez, demanda una “Alianza de Comunes” con Ada Colau, y canta en su Congreso ese sanguinario “bon cop de falç” nacionalista.
Unos 70 alcaldes y concejales de ese partido se han unido a los ayuntamientos proindependencia y mantienen en Gerona a una alcaldesa antisistema y separatista de la CUP, todo por no pactar con el PP, ganador de las elecciones allí.
El PSOE está dividido: una parte defiende la E de español; otra se ha entregado a los nacionalismos y a los antisistema que, como Podemos, calca su discurso de la Falange joseantoniana.
La parte de la E, española, es la de los políticos que ejercieron durante décadas el poder con amplias mayorías porque conectaban con los deseos, sobre todo materiales, del electorado.
El abandono de las siglas vino de quienes relevaron a los primeros por razones de edad; pronto comenzaron a fallarle a la O de obreros, hoy las clases bajas, medias y parados, y se pusieron a explotar esa gigantesca farsa podemita y de las oenegés piadosas de los 13 millones de personas “en riesgo de exclusión social”, cálculo según el cual estamos así usted y este cronista.
Es como lo de los 32.000 niños muertos de hambre en Madrid, según la alcaldesa de los podemitas, Manuela Carmena, avalada por esas oenegés milagreras, que resulta que eran menos de 2.000, además hijos de nómadas que estaban debidamente alimentados todos los días desde las alcaldías anteriores.
La E de los primeros socialistas reclama “PSC, ¡fuera del PSOE!”. Veremos pronto si los escucha la Gestora que ahora lo gobierna.
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Compréndase a sí mismo, háganos ese favor. Su problema con la independencia catalana es estrictamente personal, una nostalgia y una rabieta sentimentaloide que se origina en su eslógan falangista "unidad de destino en lo universal". Pero nadie se cree ya esas mierdas, salvo usted y cuatro nostálgicos con un tambor. No existe un esencialismo español, unas esencias patrias, ni unas fronteras inmutables grabadas en la mente de dios padre, ni en el mundo de las ideas de Platón. Lo que existe es voluntad y decisión ciudadana.
Su problema es personal, ya digo, lo que no le impide tratar de infectar a los demás con él. Entérese, hombre. Su mensaje es un producto adulterado, envenenado y dañino. Tómese su veneno usted sólo. No intente generalizar la miseria. La supuesta "unidad de destino en lo universal", aparte de chorra y cursi, era una falsa unidad impuesta por la fuerza a millones que pasaban de ella. Tanto entonces como ahora.
Publicado por: Adela Fornós | miércoles, 09 noviembre 2016 en 11:30