Bélgica fue elegida centro de las instituciones comunitarias europeas por su situación geográfica, pero también como ejemplo continental para fomentar la unidad de sus diferentes culturas, como la mayoritaria flamenca, la francófona, la pequeña alemana y la mixta bruselense.
Bélgica, que nació como país unitario, fue convirtiéndose en una nación de naciones que la dividen cada día más, cargada de desprecios mutuos cultivados rabiosamente por las legislaciones de los nacionalismos regionales.
El PSC, el socialismo catalán independiente del PSOE, propone que España sea una nación de naciones, como Bélgica, lo que conduce a un Estado de hostilidades mutuas, de reclamaciones territoriales, a un sistema cantonal como el de la I República, en el que unos cantones e incluso pueblos convertidos en tales se declaraban la guerra.
Hacia ahí va Bélgica, como advertía en pleno franquismo el patriarca socialista español exiliado en ese país, Curro López del Real, fallecido en 2004, cuyas reflexiones debería recordar ahora la Gestora del PSOE que preside el titular de la Comunidad asturiana, Javier Fernández.
El nacionalismo de los políticos de la región belga de Valonia, de 3,5 millones de habitantes, un tercio de la del país, ha logrado paralizar el acuerdo de libre comercio que iban a firmar esta semana la UE y Canadá, (CETA, en sus siglas en inglés) y que beneficiaría a 505 millones de europeos comunitarios, y a 35 millones de canadienses.
Cada ciudadano valón ha invalidado así el peso de 154,3 europeos y americanos de 29 países, incluyendo aún el Reino Unido.
Lo que en España se extendería, de seguir la demanda del PSC, o de los nacionalistas autonómicos, a por lo menos 17 regiones-cantones, cada una capaz de vetar y paralizar cualquier iniciativa de la UE. Una verdadera locura.
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Lo siento, pero lo ha entendido usted mal. No es que "el PSC propone que España sea una nación de naciones". España es un Estado de naciones, lo proponga alguien, o no lo proponga. Para entenderlo, sólo hace falta tener claro el concepto natural de Nación, del que usted está ayuno.
Por lo demás, los trabajadores europeos debemos estar agradecidos a los valones por tirar por la borda el CETA (una versión de ensayo del TTIP), un tratado que dejaría los derechos de los trabajadores al pie de los caballos y privaría a los asalariados de jurisdicción independiente para la resolución de conflictos laborales, y al arbitrio de los criterios empresariales. Así que, por favor, cuando hable usted de los intereses europeos dañados, especifique que se refiere a los banqueros. Muy agradecido.
Publicado por: Adela Summers | jueves, 27 octubre 2016 en 20:15