Observar el juicio del caso Gürtel o su variante del desfalco del PP en Valencia, o su contraparte de los ERE y demás estafas socialistas en Andalucía, es como vivir día y noche y eternamente en un balcón de Sevilla viendo pasar penitentes a los que les dan latigazos en esa inacabable Semana Santa.
En otro país europeo se celebrarían esos juicios sin mayor boato, se enviaría a la cárcel a los culpables, y a otra cosa, pero aquí el espectáculo es cotidiano, incansable desde hace una década, cuando comenzaron a descubrirse las mayores lacras de la corrupción.
Obsérvese que siempre es la misma y casi única noticia con pequeños añadidos día tras día. Como hace diez años seguimos tras los imperecederos Correa, Bárcenas, Bigotes, Rato y demás, sin que se produzca nada nuevo sobre lo sabido al principio.
Noticia es lo nuevo. Pero algunos programas de televisión dirigidos por los inquisidores contemporáneos nos incitan a organizar inacabables autos de fe con los penados de siempre. Se trata de indignar al pueblo para que su parte más irritable, unida a la chusma, lo destruya todo: así nació Podemos.
Esto no es normal. En Francia nadie se acuerda de que todos sus presidentes, que allí son como el Rey aquí, han sido procesados por corrupciones tan sangrantes como las de los políticos españoles.
Pero es que allí no hay ritos de expiación, no hay capirotes como los que les ponemos a nuestros Judas.
En 1931 Manuel Azaña aseguró que España había dejado de ser católica. Qué error. Aunque cada vez menos gente vaya a misa se mantiene ese escarnio perenne del pecador, al que los televidentes quieren ver azotándose a sí mismo, quizás como tributo a la “ashura” semanasantera heredada de los tiempos islámicos.
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VUELVEN LAS CRÓNICAS BÁRBARAS
Tras un paréntesis de casi dos semanas vuelven las Crónicas Bárbaras. La ausencia no era por vacaciones, sino por el forzoso abandono de la labor diaria por cambio de domicilio, incluido el de municipio, aunque el de antes y el actual están a escasos 12 kilómetros. Pero desalojar una casa, habitar otra y realizar todos los trámites que esos cambios conllevan es una labor que exige dedicación plena.
Gracias a los seguidores de Crónicas Bárbaras por su paciencia. Los contadores dicen que muchos han venido fielmente día tras día esperando la vuelta que se produce hoy.
Ahora, seguiremos juntos de nuevo tod0s los días.
El presidente de Estado en Francia no es como el rey en España pues el presidente de Estado en Francia tiene poder verdadero, tiene mitad del equivalente al poder del presidente del gobierno de España (y la otra mitad es del primero ministro).
Publicado por: Lara Alvarenga Sipavicius | domingo, 23 octubre 2016 en 17:18