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sábado, 16 julio 2016

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Hay muchas maneras de subestimar al enemigo, pero esta del cerdo y del tocino es de las más pueriles y desencaminadas.

Si alguien se cree que a un lobo solitario dispuesto a inmolarse lo va a detener el temor por su salvación eterna, o porque lo unten de tocino, es que no ha entendido nada de nada. El odio de los odiadores sobrepasa todas estas minucias. Qué le importa al de Niza el Corán, el tocino o su salvación en el Paraíso. Está ciego y cegado por liquidar occidentales sea como sea y a cualquier precio. No porque sean infieles, no creyentes y todo eso, sino por su forma de vida y por la historia que tienen detrás.

La historia de las naciones está escrita, queda escrita para siempre. Y luego las generaciones posteriores la leen y comprenden. Y eso no se puede evitar ni detener. Por eso estamos perdidos.

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