Ya no son extremistas de derecha o izquierda quienes anuncian, como el primer ministro Manuel Valls, que en Francia podría estallar una guerra civil.
El jefe de la DGSI (Dirección General de la Seguridad Interior), Patrick Calvar, llega más lejos al advertir que “estamos al borde” de ese conflicto.
Ambos acusan, primero, al Estado Islámico y su DAESH, de “estar buscando la confrontación civil”, que ven posible “porque hay un riesgo serio de fractura social”, como dijo Valls en una entrevista en el dominical “Le Journal du Dimanche”.
En Francia viven al menos seis millones de musulmanes, de los que al menos el 16 por ciento ve con simpatía el terrorismo del DAESH, según sondeos muy fiables.
Pero Valls acusa también al Front National de Marine Le Pen de provocar sentimientos de venganza contra los islamistas por ese terrorismo que crece desde enero de 2015 tras los atentados a Cherlie Hebdo, y que ahora ataca a masas de ciudadanos, como en la discoteca parisina Bataclan y en Niza.
Según sugirió el mismo Valls, el Estado heredero de la Revolución Francesa no puede llegar mucho más a fondo en su lucha legal contra el yihadismo, por lo que deberá aceptarse que habrá más atentados.
Esa declaración supone, según Marine Le Pen, “incitar a la población al derrotismo, al desánimo y a la angustia”.
En esta situación, hay sospechas de que podrían estar formándose grupos paramilitares para tomar represalias contra, al menos, los islamistas más fanáticos: así se iniciaría la guerra civil.
Muchos medios culpan ahora a los musulmanes en general de no denunciar a supuestos terroristas que pululan entre ellos porque anteponen la protección de los miembros de la comunidad religiosa, la umma, al cumplimiento de leyes laicas francesas, que íntimamente detestan.
------
Francia ya tiene experiencia de grupos paramilitares, en concreto la llamada OAS que actuó durante la guerra de Argelia de 1954-1962, y no les salió precisamente bien pues acabó con la independencia de Argelia y la expulsión de los franceses. A pesar de las torturas sistemáticas practicadas por los militares franceses contra los independentistas, que supusieron un gran escándalo en todo el mundo y un terrible desprestigio para Francia (que todavía hoy está pagando), no consiguieron doblegar la voluntad del pueblo argelino.
Claro que el caso actual es distinto, pues no se trata de una colonia sino de la metrópoli. Pero hoy Francia tiene recursos para detener rápidamente cualquier posible organización delictiva, salvo que se nutra de las cloacas del Estado, lo que no parece muy viable en un país civilizado como ese.
La desgracia es que no hay solución. Hay varios millones de franceses islámicos, con todos los derechos ciudadanos, y aunque los gobiernos se saltaran esos derechos, la economía francesa no podría asumir en estos momentos la pérdida masiva de esa mano de obra. No queda más que resistir, asumir el riesgo, tomar precauciones y saber que cada x semanas o x meses volveremos a llorar por los muertos.
Publicado por: Genaro Ampudia | martes, 19 julio 2016 en 22:49