La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha denunciado que hace unos meses fue “víctima del acoso” de dos altos cargos de la judicatura, de los que no da nombres, que le dijeron en Madrid, tras un acto oficial, “que yo estaba muy buena y que podíamos hacer cosas”.
Resulta que el galanteo, el halago e incluso la intención de coligar con una pequeña grosería o expresión de mal gusto son persecución. Ya nadie puede acercarse a una mujer para establecer una relación sin que se le tache de acosador.
Sin eso, nadie hubiera nacido. Tampoco los personajes históricos y novelescos, desde los enamorados de Aspasia de Mileto, de la concubina Yang Yuhuan, o Don Quijote de Dulcinea. Quizás por algo de eso estamos en la situación que expone la tira de Salas que aparece abajo.
Acosadores, aunque olvidamos a esas mujeres, la divina Ava Gardner, que envuelven hombres con invisibles hilos de seducción, y que hacen de ellos polichinelas.
Colau no es una seductora. Su tardía confesión suena a autoalabanza para presumir de que recibió una galantería. “Soy atractiva”, se dice a sí misma.
Y los medios han hecho un escándalo de esta minianécdota que demuestra la afición a exagerar pequeñeces.
Como es la del caso de las grabaciones hechas al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, hablando con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña sobre las evasiones fiscales y corrupciones de políticos separatistas.
El delito está en la grabación y divulgación de la charla en el despacho del ministro. No en lo que ellos hablan, diálogo del que no saló nada malo para los independentistas aludidos.
A los que las autoridades anticorrupción deben vigilar y denunciar como a cualquier ciudadano que evada impuestos o se beneficie ilegalmente, como se hizo hasta con una Infanta de España, hija de un Rey y hermana de otro.
Y como con usted y conmigo si engañamos a Hacienda, con el agravante de que estos Tejero sin armas, porque son unos golpistas que traicionan la Constitución que prometieron defender al acceder a sus cargos, quieren destruir la convivencia entre todos los ciudadanos robándoles el derecho a ser iguales en todo el país.
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Pero hombre, señor Molares, cuando uno quiere acostarse con una mujer, si es normal y civilizado, lo que hace es poner en juego eso que se conoce como mecanismos de seducción, hacerse simpático, dejar notar su aprecio y su preferencia, dedicar atenciones, etc, etc. Lo que no hace es decirle a la mujer "estás muy buena y me quiero acostar contigo". Esto último puede que no sea acoso, si el tipejo no insiste, pero desde luego es una grosería y una zafiedad de las que sólo cometen esos que las mujeres suelen llamar "babosos".
En cuanto a Fernández Díaz, esa lacra arruinadora del PP y de la democracia, una cosa es reunirse con el jefe de la oficina Antifraude para tratar de las evasiones fiscales, y otra reunirse con él para INVENTAR evasiones fiscales mientras el otro le dice "es que no tenemos casi nada, ministro, sólo indicios muy débiles".
Si no distingue usted entre ambas actuaciones, es que necesita corrección Óptico-Ética urgente.
Publicado por: Urbano IX | sábado, 25 junio 2016 en 09:58