Pablo Manuel Iglesias le advirtió al socialista Pedro Sánchez que tenía que elegir entre someterse a una coalición con las izquierdas al estilo de Portugal, o a una con la derecha, como la de los socialdemócratas alemanes con Angela Merkel.
“Portugal o Alemania”. En tiempos menos pasionales y más reflexivos, sobre todo entre desempleados o emigrantes, presentar este dilema sólo podría hacerlo un estúpido o quien quería reírse de ellos.
Así que Pedro Sánchez, en lugar de buscar consejo en Berlín se fue a Lisboa a pedírselo al primer ministro portugués, el socialista Antonio Costa, que aunque perdió como él las elecciones, gobierna desde hace dos meses con apoyo del Partido Comunista, el penúltimo estalinismo europeo, y el Bloco de Esquerda, algo así como Podemos.
Sánchez volvió y dijo “quiero que España sea como Portugal”, justo cuando Antonio Costa tenía que pedirle angustiado a los ganadores de las elecciones, la coalición de centroderecha, su voto para aprobar el presupuesto de 2016, a lo que se habían negado sus socios.
Además, Portugal carece de partidos separatistas a los que Sánchez ya le hace concesiones para que lo apoyen en su ambición presidencial.
Portugal es un país digno, pero su riqueza, bienestar y economía son enormemente inferiores a las de Alemania, cuya renta per cápita es de 42.400 euros, mientras que la portuguesa es de 25.000, siendo la española de 31.100.
Copago sanitario, además de cinco euros por cada visita al médico, bajas pensiones, salario mínimo de 505 euros, servicios más pobres que en España…
Y buena parte del bienestar español y portugués se lo debemos a los fondos de cohesión impulsados por Alemania, por lo que la elección de Sánchez sería una broma si no fuera que se entrena para que sea verdad: de frenopático.
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Pues hombre, estúpido, lo que se dice estúpido, es vivir en un régimen parlamentario y no saber que "el ganador" es aquel capaz de configurar y pactar una mayoría, mientras se sigue dando la murga con la sandez de "la lista más votada", tal como no para de hacer el PP, preso de una pataleta por su despeñamiento que ya empieza a aburrir al personal. ¿Cómo quiere desempeñar labores de gobierno un partido que no tiene ni puta idea de lo que significa un régimen parlamentario? Los portugueses, políticamente infinitamente más desarrollados que los españoles, hace mucho tiempo que lo aprendieron. Y hoy gobierna la coalición que ha sido capaz de aglutinar una mayoría, aunque no sea muy homogénea.
Sánchez hace equilibrios para no incordiar a los derechistas "barones", empezando por la baronesa Susana, que de socialista tiene lo que la Lagarde. No tiene más alternativa que aprender de Portugal, sí, y pactar con los chicos de Podemos, o hundirse cada día un poco más y poner proa a la desaparición. Y eso de las "concesiones" a los nacionalistas da mucha risa: se trata de resolver alguna vez el problema de Cataluña y Euskadi, o dejar que se pudra y empeore, que es lo ÚNICO que sabe hacer el PP.
Los de Podemos son los más tranquilos porque su posición es de privilegio: no hay alternatica o salida previsible que les perjudique. SIEMPRE ganan. Por cierto, hoy publica Errejón un artículo brillantísimo, sutil, matizado, inteligente, donde se percibe que detrás del aspecto de niño hay un político hecho y derecho que da sopas con honda a las viejas señorías apolilladas. Un artículo para quitarse el sombrero, sobre el cambio habido y las actitudes con que los apolillados lo han recibido.
Me despido con un par de clichés, simplistas, pero no menos verdaderos, hablando en términos generales:
Portugueses: modestos, callados, melancólicos, reservados, demócratas y respetuosos.
Españoles: fanfarrones, bullanderos, gritones-avasalladores, bocazas, antidemócratas, irrespetuosos y agresivos.
Y veo, además, que el salario mínimo portugués es mucho más alto que muchos de los contratos-basura españoles. Qué envidia dais, portugueses.
Publicado por: Ortiz del Amo | domingo, 17 enero 2016 en 16:41