El palacio londinense de Westminster, sede de los Comunes y de los Lores, comienza a someterse a reparación, por lo que varios de sus servicios se han trasladado a edificios cercanos, uno de ellos el Departamento de Sanidad, donde los diputados tienen prohibido tomar su habitual cerveza Guinness.
Y no es para preservar su salud, sino porque en un acuerdo secreto, “para atraer capital extranjero”, el Gobierno vendió el edificio, y sus dueños lo alquilan exigiendo que se respete allí la sharía.
El complejo de tres inmuebles estatales de Whitehall fue adquirido por musulmanes con el bono islámico, fórmula de especulación sin romper sus reglas religiosas.
Ya hay barrios enteros londinenses con carteles que advierten que son territorio bajo la sharia; lo mismo ocurre en numerosas ciudades británicas, pero también de Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia…
En España, como exigen miembros del Círculo Podemos Musulmanes, algunos colegios públicos pretenden prohibir en los comedores la carne de cerdo .
El fenómeno de la invasión de la ley islámica se extiende incluso a EE.UU., donde varios Estados, el último Carolina del Sur hace unos días, han tenido que legislar prohibiendo taxativamente la aplicación de esa norma islámica, porque ya estaba actuando por encima de la Constitución.
En el Parlamento estatal votaron 68 representantes la nueva ley y el asombroso número de 48 en contra, para respetar el multiculturalismo de las minorías. Algunos lo han conseguido ya.
En Maryland, al nordeste del país, un grupo de padres se ha querellado contra el Estado porque las escuelas públicas se dedican 16 clases de Historia del Mundo a explicar el islam y una al cristianismo, y se obliga a los niños a recitar las cinco reglas de la fe islámica, lo que supone para muchos musulmanes la conversión a sus creencias....
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