Cuando usted ve en televisión a Luis Piedrahita descubre que además de un mago sorprendente es un monologuista magnífico, quizás el mejor de España, pero si profundiza más descubrirá que es un escritor formidable.
Este coruñés de 39 años, que analiza las pequeñeces de su vida con microscopio para señalar lo divertidamente ridículos que somos todos, es autor, de momento, de siete libros con historias que en realidad son tratados de filosofía que nos descubren la otra cara de la luna de nuestra vida.
Es un genio que recuerda en sus escritos a Augusto Monterroso y a judíos como Groucho Marx o Woody Allen, pero también a sus paisanos Wenceslao Fernández-Flórez y Julio Camba.
El primero de esos paisanos fue miembro de la Real Academia Española, y el segundo, cuando le propusieron serlo también, contestó que lo que él quería era un piso.
Tras ver a Piedrahita en televisión o en sus espectáculos teatrales, es recomendable leer sus libros con títulos como “¿Un cacahuete flotando en una piscina... sigue siendo un fruto seco?”, el primero, de 2005, “Diario de una pulga”, “Dios hizo el mundo en siete días… y se nota” o el último, “A mí este siglo se me está haciendo largo”
“El castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable” es también un libro y el título de su espectáculo actual en el que, precisamente hablando sin descanso y sin procacidades, se vacía durante 90 minutos sin beber ni un sorbo de agua.
El escritor, periodista y crítico Alfonso S. Palomares, fundador de la revista Leer, creía que Piedrahita era filólogo por su léxico y amplísimo repertorio de técnicas literarias hasta que descubrió que en realidad es licenciado en Comunicación, máster en Guion Audiovisual.
La Academia tiene 46 miembros de numerosos orígenes: filólogos, historiadores, filósofos, dramaturgos, científicos, militares, periodistas, cineastas… pero le falta alguien que aporte sabiduría sonriente, este Piedrahita que, además de literato tan bueno como muchos de ellos, es creador de neopalabros, otra de sus actividades enriquecedoras del idioma.
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La RAE se empezó a degradar cuando admitió a un pelanas como Juan Luis Cebrián, literariamente nulo y sin otro mérito que el de ser protegido de Polanco.
Ahora con Piedrahita no hace más que corroborar su descomposición. Con esto no le quito méritos a Piedrahita, que es un buen cómico y escribe bien, sin darse el pote de Cebrián. Pero no ha acumulado méritos todavía para estar en una RAE. Es joven y llegará a acumularlos, pero aún no lo ha hecho. Escaso de valores debe estar el panorama español si tienen que echar mano de personas, que, siendo valiosas, aun no han aquilatado su desarrollo.
Mi enhorabuena al simpático Piedrahita y mi rechazo a ese dinosaurio que es la RAE.
Publicado por: Esther Torrico | lunes, 07 diciembre 2015 en 11:12