El exministro de finanzas griego Yanis Varoufakis es la figura más admirada por un buen número de mujeres periodistas que no analizan lo que hizo mientras negociaba con la UE, sino que, obsesiva y reiterativamente, lo presentaban como el político más sexy del mundo. Y siendo así, era su héroe.
Algunas españolas, tan obnubiladas, se niegan a aceptar ahora el fracaso de las fórmulas del supermacho para sacar de sus casillas a la UE exigiendo a cambio de nada miles de millones de euros a fondo perdido.
Por eso le oponían como bruja castradora a Angela Merkel: mucho análisis femenino en España sobre el caso Grecia-UE más que político fue hormonal.
Además, presentaban a Varufakis como un envidiable sibarita, con un ático lujoso mirando al Partenón y toda la Acrópolis, junto a su mujer, la artista plástica Danae Stratu, que suele viajar sin casco en moto, como é tantas veces.
El constante desprecio a esa protección obligatoria demuestra la falta de respeto de Varufakis a las leyes de la seguridad. De la propia, de quien va con él y, por extensión, de la del país, porque quien desdeña su vida desdeña más la de los demás.
En esta conducta peligrosa y temerariaeso no se fijaban esas mujeres periodistas que tanto alaban el porte metrosexual, y que en la ensoñación de su magnificencia tampoco veían los materiales de baja calidad con los que está construido su ático ateniense.
Si los periodistas varones hicieran los comentarios sobre lo sexis que son algunas políticas y analizaran sus decisiones con las hormonas de su virilidad los tacharían de infectos machistas y de manipuladores.
Pero las periodistas españolas de esta crónica, y debe decirse que no son minoría, obligan a iniciar ciertas reflexiones sobre la influencia del sexo en al análisis político.
Por ejemplo, se les perdona que no denuncien las camisas floreadas de tejido sintético del supermacho, fibras que provocan grandes sudores y horribles olores, aunque quizás amen esos efluvios porque les parecen, precisamente, asquerosamente sexis.
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Por Dios, don Manuel, el ministro Varoufakis no es sexy en absoluto, más bien es feo como un demonio, con ese rostro inconfundiblemente equino.
Sin embargo, es cierto que despierta el morbo y enciende el deseo a muchas mujeres, pero no por el físico, sino por su cualidad heroica. Un tío que se atreve a cantarles las verdades a los mafiosos de la Unión Europea, que les demuestra su ignorancia económica y les hace ver que solo les interesa el principio de autoridad y convertir la UE en un instrumento para la riqueza de Alemania, un sujeto con ese valor y esas ganas de contar verdades nos despierta el entusiasmo y algo más, sí. Un defensor a ultranza de la dignidad de sus compatriotas, nos conmueve. El físico pasa a ser lo de menos. Las mujeres, o por lo menos muchas mujeres, somos así.
Igualito que Rajoy, de rodillas ante Merkel y con sus compatriotas vendidos. Eso sí que es anti-sexy. Eso sí que le mata las ganas a cualquiera.
Publicado por: Claudia Hernanz | viernes, 17 julio 2015 en 18:08