La Europa que nació hace 65 años ha crecido hasta tener un parlamento que legisla para 28 países de los que 19 ya tienen una moneda común, y espera alcanzar el Gobierno Central que acaba de urgir nuevamente el presidente francés François Hollande.
Un gobierno del que todos seremos ciudadanos, se alcance ahora o dentro de cincuenta años aunque surjan infinidad de crisis como la griega.
Debemos recordar la implacable evolución político-social europea hacia la unidad desde 1950, cuando nacía el Mercado Común del Carbón y del Acero (CECA) de seis países.
Desde mayo de 2014 el Parlamento Europeo tiene unas atribuciones que van acercándose a las antiguas de los países individuales.
Sólo los visionarios fundadores se imaginaban que para 2015 habrían renunciado 19 Estados a la soberanía sobre sus monedas nacionales y a leyes históricas fundamentales que diferenciaban a los ciudadanos de cada nación.
Lentamente decaen los nacionalismos, principal origen de las guerras, también de las dos mundiales, y aparece ahora como peligro interno para la UE el populismo de los ultras “patrióticos” que se complementan, de derecha y de izquierda, como Marine Le Pen apoya a Tsipras e Iglesias, y viceversa.
En este contexto aparecen desorientados, los nacionalismos regionales burgueses, especialmente el catalán –el vasco está más comedido—, enfrentados a la demanda del presidente francés del Gobierno Central europeo.
Quizás ahora haya ya un consenso que no se dio en su país y en Holanda en 2004-2005, cuando rechazaron oficialmente un gran paso hacia la unidad: la Constitución Europea.
El separatismo de Artur Mas está fuera de contexto, sin lugar. No encaja en esta Europa que, aunque se construye lentamente, va librándose de sus excrementos como hacen los caganer catalanes, cuyo tipismo escatológico resulta así sumamente europeísta.
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¡Ja, ja! Muy buena la comparación ¿Europa caganera?
El caminito de los estados unidos de Europa va construyéndose, sí, pasito a pasito; pero ojo con intentar dar saltos, o con coger carrerilla, o atajos, que los carga el diablo, llámese Napoleón o Kaiser. Tal fue el intento de Consti Europea de Giscard d'Estaing de hace unos años.
A mi modo de ver, el principal conflicto intraeuropeo sigue siendo el principal conflicto histórico europeo, esto es: el reparto del Imperio a la muerte de Carlomagno, hoy día visible como rivalidad entre Francia y Alemania. Que ya no anden a palos no significa que sean amiguetes, sino que el nivel de tensión se ha relajado porque ahí fuera hace frío, y hay monstruos. Supongo que el siguiente paso, unificación (más o menos) de criterios fiscales, se dará por agotamiento de uno de ellos y, con la crisis, parece que el agotado será Francia. Bueno, mejor socialdemócrata alemán que socialista francés, creo yo.
Salud.
Publicado por: jam, bcn | viernes, 24 julio 2015 en 17:56