En España hay dos clases de secesionistas: los bobos y los más bobos aún. Los que se creen que separándose van a ganar aunque perderán hasta la camisa, y los que saben que separándose perderán la camisa, y que además pasarán un hambre exterminadora.
Los primeros son los separatistas catalanes y vascos, y los segundos, los gallegos, que se han unido a los primeros para que estos les quiten camisa, comida y aceleren su agonía.
La catalana Candidatura d'Unitat Popular (CUP), el vasco y parcialmente navarro Bildu, partido cercano a ETA, y el Bloque Nacionalista Gallego (BNG), acaban de aliarse en Santiago de Compostela para “romper las cadenas con España”.
Esta nueva liga separatista pretende superar a la melancólica Galeusca (Galicia, Euskadi, Cataluña), fundada en 1923, que unió electoralmente hace unos años con poco éxito a CiU, PNV y BNG.
Cuatro días antes de nacer esta nueva alianza el Ministerio de Hacienda publicaba las balanzas fiscales autonómicas de 2012.
Cuatro regiones, Baleares, Cataluña, Valencia y Madrid aportaban más al Estado de lo que recibían.
En realidad, eran sus contribuyentes, no los territorios: donde hay más riqueza los ricos pagan más y esa es la razón para que unos sean más donantes que receptores.
Aunque el País Vasco y Navarra, con fiscalidad diferente, entregaban menos y recibían más de los demás, lo que les incrementaba injustamente su renta; ganando tanto, sus independentistas son bobos.
Cataluña aportaba solamente el 3,75 por ciento de su PIB (Madrid el 9,57), que sus bobos separatistas quieren quedárselo. Olvidan que eso sirve para que Murcia compre más productos catalanes que Francia, y Aragón más que Alemania.
Pero Galicia no aporta realmente, sino que recibe el 7,21 por ciento de su PIB del resto de España. Sin esos ingresos, pobreza y sufrimiento.
Sus independentistas son más que bobos: cretinos que llevan a los gallegos a la muerte como el gaiteiro de Hamelín.
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Pues hombre, serán bobos si salen perdiendo con la secesión, pero serán muy listos si salen ganando. Hay unos cuantos catastrofistas que pronostican un cataclismo si hay secesión, pero sabemos que son opiniones interesadas, parciales y carentes de objetividad. Sabemos también que en muchos casos, como Quebec, Escocia o República Checa el derecho a decidir se ha aceptado o negociado sin problemas, en los dos primeros ejemplos sin secesión real (de momento), mientras que en el último caso la secesión se materializó.
¿Qué tienen que ganar catalanes, vascos y gallegos con una posible secesión? Pues, por el momento, quitarse de encima el Estado más corrupto de Europa, el Estado con mayor evasión fiscal y mayores niveles de fraude. Es decir, se quitan de encima el estar trabajando muchos días al año gratis, para pagar los excesos de sirvergüenzas y corruptos que dilapidan los impuestos o no los pagan. Por otra parte, se sacudirían de encima al Estado más autoritario y más violento de Europa, un Estado que se niega a aceptar las recomendaciones de la ONU de que se haga justicia a las víctimas del franquismo. Un Estado autoritario que se niega a reformar la Constitución para que la voluntad política de catalanes, vascos y gallegos (con la posible adición de muchos andaluces y aragoneses) se pueda expresar libremente en las urnas. Un Estado que ningunea y desoye las decisiones democráticas de un Parlament de Catalunya. Pues la verdad, parece que es bastante lo que tienen que ganar.
¿Y lo que tienen que perder? Pues no está nada claro. Algunos hablan de pérdidas comerciales, como si el resto de los españoles fuesen a negarse a consumir Ribeiro, un suponer, si los gallegos se salen del Estado. Bobada mayúscula, pues la gente consume según sus intereses y sus gustos y/o necesidades, y tras la primera sorpresa las cosas seguirían igual. Y otro tanto cabe decir de las exportaciones al resto del mundo. Aunque hay quien presupone ya restricciones del gobierno español a la compra y venta de productos de las Naciones nuevas segregadas. Esto no hace sino acentuar aún más el carácter autoritario y totalitario del Estado que señalábamos al principio. Razón de más para huir de él.
Publicado por: Jeremy Bentham | domingo, 26 julio 2015 en 19:36