La madre de una joven, uno de los 127 españoles rescatados por el Ministerio de Exteriores tras el terremoto de Nepal del 25 de abril, ha escrito una carta a la prensa resaltando el orgullo que como española le produjo esa acción que resultó más eficaz e inmediata que la de otras naciones teóricamente más ricas y poderosas.
Diplomáticos, guardias civiles, policías, soldados, bomberos y aviones participaron en las acciones que devolvieron a los montañeros y turistas españoles, desperdigados en montañas a 8.000 kilómetros de España, en medio de 7.997 muertos entre los que podrían estar los seis asturianos desaparecidos.
Dice esa madre, Concepción de Andrés, que “cuando las cosas no funcionan como deben, enseguida nos arrogamos las protestas y nos dedicamos a escribir y criticar las actuaciones de los gobiernos o entidades particulares”.
Su orgullo por ser española contrasta con lo que habría ocurrido si, por ejemplo, los numerosos catalanes rescatados en Katmandú fueran ciudadanos del pequeño país que quiere montar Artur Mas: quizás estarían en las listas de muertos.
Debe honrarse nuestra diplomacia, fruto de la democracia: antes estaba formada por una casta, aquello sí era una casta, despectiva con sus conciudadanos y centrada sólo, con excepciones ocasionalmente admirables, en relacionarse con otros diplomáticos.
Una casta, además, que servía a una dictadura ante la que los españoles no mostraban interés colectivo en liberarse, y eso era lo peor: eran cautivos porque mayoritariamente preferían estar bajo la bota militar.
Por entonces pocos españoles se molestaban en acudir a las embajadas, mientras los ciudadanos de otras naciones tenían las suyas como segundo hogar.
Pero la democracia ha cambiado la actividad diplomática, lo que puede producir ese orgullo de ser español que manifiesta la madre de una rescatada en Nepal.
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Hay en este post un par de afirmaciones que sonrojarían a cualquiera que conservara una pizca de vergüenza, debido a la carga de incultura e indocumentación que conllevan.
La primera: "el pequeño país que quiere montar Artur Más". ¿Cabe mayor simpleza? Ese "pequeño país" era ya una nación organizada y reconocida mucho antes de que lo fuera el Estado, que no nación (en sentido natural: natio), que ante era Reyno de las Españas y hoy llamamos España. Y además: no lo quiere montar Artur Más, hombre de dios, lo quieren independizar, y están cerca de hacerlo, unos cuantos millones de ciudadanos catalanes, que sólo por la fuerza bruta, por la fuerza de las armas, permanecen en el Estado. Contra su voluntad.
La segunda: "una dictadura ante la que los españoles no mostraban interés colectivo en liberarse". Me pregunto qué sentirán los comunistas, anarquistas, republicanos y demócratas en general que sufrieron persecución, cárcel y vejaciones por luchar contra la dictadura y por derribarla, cuanto escuchen esta desmedida sandez, antihistórica y antisocial. Y también que sentirán los represaliados por el asesino Franco.
Este bloguero tiene derecho a hacer el ridículo todo lo que quiera, eso es indiscutible. Pero debería procurar no herir las sensibilidades de las personas que han sufrido por todo eso que él estúpidamente trivializa. Si fuera decente, por supuesto.
Que usted descanse, buen hombre, lo necesita. Y lea, hombre, lea, que cuando se escribe sin haberse documentado salen bodrios como los suyos.
Publicado por: Esteban Laukiniz | lunes, 11 mayo 2015 en 18:48