Cualquiera con buen gusto encuentra detestable al grupo Def Con Dos, tanto por su espantoso ruido como por sus letras groseras, provocativas y agresivas, aparentemente humorísticas, pero eso no es para detener a nadie cuatro horas, como ha hecho la policía con su líder César Strawberry, a la vez que arrestaba a 18 personas más acusadas de enaltecer el terrorismo.
El subversivo Strawberry parece simpatizar con el terrorismo, pero cuando presenten pruebas de que lo enalteció el juez seguramente las rechazará alegando el derecho de los gamberros a la libertad de expresión.
Casos distintos son los de los afines a ETA detenidos en la misma operación “Araña III” que sí parece que incitaban a atentar, incluso pedían que se hiciera contra el Rey.
Si defendemos la libertad para reírse de Mahoma y de todas las religiones de los dibujantes asesinados del Charlie Hebdo, debemos también aceptar la libertad de cualquier tipo grosero para insultar exclusivamente con canciones o con mensajes en Twitter.
César Strawberry, pseudónimo del cincuentón César Montaña Lehmann, dice que lo suyo es “seguir en la vanguardia de la ofensa”.
Uno de sus tuits, aludiendo cruelmente a quien sufrió un secuestro de ETA de casi dos años decía: “A Ortega Lara habría que secuestrarle ahora”; otro, sobre Esperanza Aguirre: “Su fascismo sin complejos me hace añorar hasta a los GRAPO”. Un juez dirá que no es incitación al secuestro o al asesinato, sino una muestra de mal gusto, de estupidez.
Hay mala fe, pero no llamamiento real al terrorismo, aunque ante esas expresiones mucha gente piense que “habría que meter a este individuo en la cárcel”.
Pero nos encontramos ante la línea finísima que separa la libertad y lasa amenazas o el reclutamiento de terroristas; es la diferencia entre las bromas brutales y el verdadero delito.
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"Un juez dirá que no es incitación al secuestro o al asesinato".
Lo dirá un juez y lo dirá cualquier lego en derecho que tenga dos dedos de frente. Lo único que hace el ruidoso Strawberry es decir que añora a los GRAPO. Pero "añorar" es un acto mental y subjetivo, que no se traduce en acción alguna. Listos estaríamos si fuese delito el añorar, el echar de menos, el lamentar o el desear.
Aunque con el desarrollo aberrante que tienen las leyes en Spain, todo se andará, ya verán. Ahora mismo, para que un político sea respetado y aceptado legalmente, tiene que hacer condena moral pública del terrorismo, una aberración jurídica sin parangón en Europa, pues las condenas morales son actos subjetivos a los que no se puede obligar o coaccionar a nadie.
Mientas tanto, la condesa de Aguirre se puede permitir ir acusando a quien le da la gana de etarra, pro-etarra, o colaborador de ETA, aunque sea más falso que la honestidad de la chulesca condesa hortera y pepera madrileña. Y el PP, que exige condenas del terrorismo, sigue sin condenar el franquismo, que ha sido el terrorismo más extenso, sanguinario y duradero que ha padecido España y los españoles. Así estamos. Y ESO ES lo que se vota cuando se vota PP.
Publicado por: Fermín Artigas | jueves, 21 mayo 2015 en 16:41