Cuando el juez Pablo Ruz cerró aparentemente su instrucción del caso Gürtel, que implica a quienes manejaron durante casi dos décadas las finanzas del Partido Popular, habían pasado seis años desde su inicio, “y aún le quedan puñetas para rato”, como dicen quienes trabajan en los tribunales.
Como le quedan al exvicepresidente del gobierno y expresidente del FMI y de Bankia, Rodrigo Rato: va a estar día tras día en los medios informativos durante varios años.
Las puñetas son esos puños blancos con bordados y encajes que distinguen a jueces y magistrados bajo la toga negra.
Seis años de titulares de prensa sobre el caso Gürtel y sus derivaciones, prueba de que la justicia lenta es mala, especialmente para los imputados que resulten inocentes, pero que entre tanto habrán aparecido día tras día como delincuentes.
De esta manera se ha conseguido que los ciudadanos vean un ladrón en cada político, y no todos son Bárcenas, Granados o supuestamente Rato, del PP, o los implicados en los ERE, aparentemente Chávez, Griñán y demás corruptos del PSOE andaluz, que llevan casi cinco años con la juez Alaya deshaciendo una inextricable e inacabable madeja.
En los países al norte de los Pirineos las causas se sentencian mucho antes cortando la madeja en distintas piezas de las que se encargan simultáneamente diferentes fiscales o jueces, según la legislación de cada país.
Sumemos a la lentitud las numerosas sentencias alocadas, irresponsables o injustas que recogen como ejemplos Quico Tomás-Valiente y Paco Pardo, veteranos informadores de la Agencia EFE en los principales tribunales, Supremo y Constitucional, en “La justicia y sus puñetas” (Plaza y Janés, 2015).
Un libro divertido, una nueva antología del disparate judicial, tras la muy exitosa que publicaron en 2001, que contiene cerca de noventa casos con sentencias indignantes, chuscas, vergonzosas, con algunas imaginativas y sorprendentes de la justicia española y sus puñetas.
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SALAS, y mañana, 23 de abril, Día Internacional del Libro.
"Puñetas" son también, en uso antiguo, masturbaciones o, si se prefiere, y según el vulgo, "pajas". "Hacer puñetas" era, pues, "hacerse pajas", y sólo después el significado se desplazó, por eufemismo y educación, hacia "vete a freír espárragos", "vete a la porra" o "vete a la mierda".
Desplazamiento semántico, si uno se fija, bastante juicioso, pues "hacer puñetas" en el primer sentido puede entenderse como mandar a alguien a una ocupación gustosa y agradable, que no tiene el sentido despectivo que se pretende habitualmente cuando se dice a alguien "vete a hacer puñetas".
Es la misma contraposición que se da entre el castizo castellano "que te den por culo" y el aberrante "que te jodan", que abunda en las malas traducciones de películas de Hollywood, y que al final ganará la partida, parece, al castellano. Si a alguno o alguna se le dice "que te jodan", no sería improbable encontrarse con la respuesta "sí, sí, por favor, y que sea cuanto antes", mientras la expresión "que te den por culo" suena (a la mayoría) como dolorosa y agresiva.
Cosas de la lengua... y de más abajo.
Publicado por: Don Francisco de Quevedo | jueves, 23 abril 2015 en 11:26