Una vez este cronista saludó a Oriana Fallaci, pequeña y fibrosa, mirada taladrante, de cincuenta años entonces, y su enérgico apretón de manos le transmitió un relámpago, la electricidad que sólo generan los seres excepcionales, lo que era ella como entrevistadora, cronista y analista, la más sabia y perspicaz del siglo XX.
Una rebelde nacida en 1929 y fallecida de cáncer en su amada Florencia en 2006, sobre cuya vida y obra la RAI, la televisión estatal italiana, ha estrenado recientemente una serie de dos capítulos.
Aunque desprende admiración y trata de mostrarla a través de Vittoria Puccini, una excelente actriz, se queda corta al lado de la grandeza de quien dejó artículos y libros tan preclaros que hace medio siglo revelaban ya lo que iba a ocurrir hoy en el mundo, y anunciaban lo que pasará mañana.
Esa mano eléctrica, esa mirada que entraba hasta el cerebelo de sus interlocutores, lograba que sus distintas “Entrevistas con la historia”, con Kissinger, Jomeini, Arafat, Golda Meir, el Shah de Persia, y tantos otros personajes que transformaron el mundo, nos los mostrara tal como eran, no como ellos querrían verse en la posteridad.
Casi niña había participado en la resistencia antifascista, donde adquirió ese carácter fuerte y perspicaz que la llevó después como corresponsal por guerras y revoluciones en todos los continentes.
Herida en Tlatelolco, enamorada de Alekos Panagulis, un líder de la oposición griega a la Dictadura de los Coroneles, esta atea de cultura cristiana, como se definía, anunció la nueva caída de Roma.
Profecía cumplida inicialmente en las Torres Gemelas de Nueva York, y ratificada simbólicamente por los inmigrantes musulmanes que defecaban en las pilas de agua bendita de Santa María del Fiore, la majestuosa catedral de Florencia que los había acogido como refugiados.
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A todas las cualidades de Oriana Fallaci que menciona el Sr Molares, yo añadiría esta: SIEMPRE fue periodista. Es decir, aunque tenía sus opiniones y sus valoraciones, y las exponía con valentía, nunca permitió que su opinión desfigurase la verdad del mundo y, por supuesto, JAMÁS INVENTÓ una noticia.
Por eso era tan apreciada y le pedían colaboraciones los "media" más prestigiosos, en vez de escribir en periódicos cuya noticia de portada puede ser "Calabaza de 45 kg en Betanzos".
Publicado por: Curzio Bonaparte | lunes, 20 abril 2015 en 18:11