Asistimos sin inmutarnos al primer genocidio del siglo XXI, el de los cristianos sobre todo en el oriente cercano de Mesopotamia, en Irak y Siria, territorios que hace cien años pertenecían al imperio otomano, y donde ahora se impone el sanguinario Califato del Dash o Isis.
Hace exactamente cien años que empezó en la actual Turquía, bajo el todavía Califato otomano, el primer gran genocidio del siglo XX, anterior por tanto al de los judíos perpetrado por los nazis.
Fue la matanza de, al menos, 1,2 millones de cristianos, casi la mitad de la población armenia, en pogromos dirigidos para imponer el islam como única religión en aquel decadente imperio que buscaba también, antes que los nazis, su superioridad racial.
Los armenios pertenecen a una antiquísima rama del cristianismo ajena a las iglesias católica, ortodoxa o protestantes; los descendientes actuales de quienes sobrevivieron están rodeados por poblaciones islámicas, de nuevo en exaltación creciente.
El exprimen ministro y actual presidente de Turquía, el islamista autoproclamado “moderado” Recep Tayyip Erdoğan, ha protestado porque el Papa Francisco acaba de recordar el centenario de aquellas masacres, evocación hecha poco después de alertar sobre el actual genocidio de cristianos en el oriente cercano.
Es extraordinario: dedicamos más espacio en los medios informativos al peligro de desaparición del lince que al de unas minorías de religión y cultura judeocristiana, como la nuestra, y que eran mayorías antes de la llegada del islam.
El recuerdo del genocidio de los armenios irrita a las autoridades turcas desde la muerte en 1938 del padre de la Turquía moderna, el laicista Mustafa Kemal Atatürkr, que condenó las matanzas como primer presidente de la República, en 1923.
Callamos, sí, ante el genocidio actual, aun estando informados del ocurrido hace un siglo.
-----
Qué contraste extraño somos los humanos: 1. Plagamos el planeta acabando con cuanto mico, perro y gato nos estorba aduciendo nuestra superioridad otorgada por Dios. 2. Basamos nuestra moral y leyes en el bien y el mal arraigado en el maniqueísmo formulado por quienes saben lo que a Dios le gusta y no le gusta. 3. Cada quien vive y muere convencido de que su Dios es el amo y señor por quien la vida se ha de dar o quitar. 4.Cada quien olvida los horrores, las masacres de su religión. 6. Cada quien ignora su complicidad con las masacres y muertes al hacerse y hacer a sus hijos prosélitos de cualquiera de esas empresas criminales que atestan el planeta. 7 Cada quien señala al prójimo como criminal... 8.9.10.11.12.13... podría continuar enumerando el absurdo que somos los humanos.
Debo decir humanoides en lugar de humanos. Esta cosa que somos y rodea aquello que nos crea..., y que también tiene su clepsidra. Ahora recuerdo la pintura de Brueghel "el triunfo de la muerte" , maravillosa, espantosa y fascinante triunfo de la muerte.
Publicado por: Amparo Moreno | martes, 14 abril 2015 en 18:32