Margarita Toledo, madre del cabo Francisco Javier Soria Toledo, muerto por disparos de Israel en un puesto de la ONU entre ese país y los terroristas religiosos de Hizbolláh atacando desde el Líbano, ha presentado esta semana un recurso en la Audiencia Nacional para que se investigue lo que ella y sus abogados califican de “asesinato”.
La familia del cabo, de 36 años, fallecido el 27 de enero en su puesto de interposición acude a los tribunales, “para que el asesinato de mi hijo no quede impune”.
La muerte de Soria se produjo al estar en medio de un combate en el que Israel respondió al ataque de los terroristas que ya habían matado a dos de sus soldados.
En la frontera israelí-libanesa, una de las más peligrosas del mundo, Israel responde sin dilación a Hizbolláh, banda integrista chiita sostenida por Irán cuyos miembros juran ante el Corán el exterminio de los judíos, y cuyo saludo militar es el brazo levantado nazi.
Esta vez los soldados israelíes equivocaron los cálculos y dispararon sobre quien estaba en medio de los dos fuegos. Su gobierno presentó sus disculpas al gobierno español y a la ONU.
Precisamente para tratar de mediar en el conflicto las tropas de paz de distintos países permanecen allí desde 2006 bajo responsabilidad de la ONU.
En junio de 2007 y en “ataque premeditado”, según el gobierno Zapatero, Hizbolláh mató a seis soldados españoles e hirió a dos; nadie en España calificó de asesinato aquella traición a la tregua que Hizbolláh rompe regularmente.
Los soldados españoles son profesionales. Han elegido ese trabajo. Voluntarios, muchos están destinados en lugares peligrosos y aun tomando mil precauciones exponen heroica y constantemente su vida.
Como continúe expandiéndose el Estado Islámico, el maligno Daesh, derrocando regímenes débiles y poniendo en peligro Europa, nuestros ejércitos deberán combatirlo para defender a sus ciudadanos.
Situación que provocará la muerte de muchos más soldados que hasta ahora. Sus familias deben aceptarlo, o pedirles que cambien de profesión. Porque los soldados, en último extremo, están para morir y matar en nuestra defensa allá donde los destinen.
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El Alto Mando tiene los informes completos de la acción que acabó con la vida de Francisco J. Soria. Caben errores técnicos y humanos en la actividad militar, pero todo indica que en este caso no hubo error alguno. No se trató de un disparo desviado o en falso, o erróneo. El cabo no estaba "en medio de un combate". El ejército judío fué gradualmente corrigiendo en arco sus disparos, desde posiciones de Hezbolah hasta la posición del puesto de Francisco J. Soria. Las posiciones de las tropas de la ONU eran conocidas por el mando hebreo. Por tanto, se trató de un disparo intencionado para causar daño y muerte. Hablar de "asesinato" es por tanto lo normal, a la espera de lo que dictamine la Justicia.
Es falaz y perverso argumentar "era un soldado y la familia ya sabe que un soldado corre riesgos". Es falaz porque se trataba de "fuerzas de interposición" para impedir conflictos, y no murió impidiendo un conflicto, sino disparado a sabiendas por una de las partes. El Estado Español no puede parar hasta conseguir, primero, la indemnización civil, que será alta, pero no devolverá la vida a Francisco. Y segundo, la condena penal para que los terroristas judíos implicados paguen por sus actos.
Estos hechos sólo se comprenden si se ha captado la mentalidad de la teocracia judía, para la cual los conceptos de seres humanos y derechos humanos no existen, sino que son sustituídos por "judíos" y "desechables". Recuérdese el caso de la flotilla turca en la que los judíos mataron una docena de cooperantes porque sí, inmotivadamente, porque ellos eran judíos y los cooperantes eran desechables. Los judíos pueden haber disparado a la posición de la ONU por probar un arma, por entrenar a un recluta, por mera prepotencia, por dar una lección de que no se detienen ante nada. Como saben, no admiten los tribunales internacionales, ni la ONU, ni los derechos humanos ni el Derecho en general. Tan solo las armas y Yaveh.
Publicado por: Raskolnikov | viernes, 24 abril 2015 en 19:11