Si observáramos los sentimientos colectivos de los españoles descubriríamos que entre todos destaca un autoodio suicida, al que en Cataluña y el País Vasco los nacionalistas le añaden el odio hacia los demás españoles.
Veríamos “una España enferma de autoodio”, cuyo “pecado original es la envidia”, aunque el “mayor de sus pecados es la mala educación”, lo cual lleva a pensar que “está por demostrar si pertenecemos a Europa”, como acaba de confesarle Félix de Azúa a Winston Manrique, periodista colombiano de la escuela de García Márquez.
En España nos quejamos del silencio de los intelectuales; pero claro que hay quienes nos iluminan, sólo que nosotros nos tapamos los ojos y concentramos nuestra rabia, que transformamos en odio, en esa ceguera de la que culpamos a los demás.
En un país medianamente culturizado el multipremiado filósofo, ensayista novelista, poeta y catedrático barcelonés Félix de Azúa sería un faro social como los Nuevos Filósofos en Francia, por ejemplo.
De Azúa, con obra traducida a numerosos idiomas, recuerda que ya Prat de la Riba (1870-1917), uno de los padres del nacionalismo catalán, advertía que: “la renacionalización catalana debe basarse no en el amor, sino en el odio”.
“Génesis”, la tercera entrega de una autobiografía imaginaria, que acaba de publicar Random House, nace de la Biblia, madre de la cultura judeocristiana, el cainismo derivado, tan españolizado, y los culebrones venezolanos:
“No hay nadie que odie más a España que los españoles. España es, entre comillas, un país enfermo de autoodio. Y hay partidos que se dedican a mercantilizar ese odio. Hay vendedores de odio en los partidos nacionalistas vascos y catalanes. Incluso hay un partido como Podemos que vende odio a la casta, olvidando que ellos ahora son millonarios gracias a Chávez y gente así”.
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Decir "España es odiadora" o "España siente autoodio", ni aclara nada, ni explica nada, ni siquiera es cierto. Hace falta precisar QUIÉN en España odia a QUIEN, y por qué.
España es un país profundamente injusto, gobernado por una camarilla al servicio de la Banca y el gran Capital, un país con salarios indignos, el que tiene mayor índice de desigualdad de Europa y un salario mínimo más alejado, a la baja, de la media europea. ¿Cómo no van a odiar los españoles a sus explotadores? Tendrán que hacerlo, aunque muchos preferirían que pusieran la otra mejilla, para explotar más cómodamente.
Azúa es un buen escritor, pero ni tan bueno ni tan premiado como se dice. Hay decenas mejores que él. Y como guía y faro no podría actuar nunca, porque es un jacobino estatalista, un provocador y buscador de broncas. Ese sí que es odiador. No ha entendido lo que pasa en Catalunya y va quedando lejos de lo que pasa en España. Ejecutaría a los independentistas si se le diera poder.
Tampoco es cierto que los catalanes y los vascos odien a los españoles. He vivido en Euskadi muchos años, y conozco Catalunya bastante bien. Ese odio de que hablas no se ve. Se ve que muchos quieren ser independientes, que es otra cosa y no tiene que ver con el odio. Yo creo que el centralista jacobino ve odio porque él lo siente hacia las naciones verdaderas dentro del Estado. Y atribuye lo mismo a los de enfrente.
Publicado por: manuel santiso | jueves, 23 abril 2015 en 19:10