Pocos políticos tienen la habilidad de Esperanza Aguirre para conquistar electores, sea charlando con los transeúntes sobre sofás hinchables en las calles, en mítines en los que invita a debatir a los de Podemos o, como hizo el pasado fin de semana, reuniéndose con pastores evangélicos en una de sus iglesias de la capital española.
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