En Grecia y Ucrania está jugándose una partida de ajedrez con múltiples piezas de ataque y defensa en los que participan un equipo de blancas y otro de negras, que son la UE y EE.UU. por un lado, y Rusia, por otro.
Mientras occidente trata atraer hacia la UE a Ucrania, territorio con habitantes en guerra para integrarse en Rusia, el presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, le ofreció esta semana a Vladimir Putin su territorio para desplegar allí bases militares.
Aunque no tenga relación con esos hechos, es curioso que el Congreso español haya aprobado que el juego del ajedrez sea materia de estudio en los colegios españoles.
Con apoyo de los nacionalistas, que quizás no sabían que sus reglas actuales se deben a un cambio estratégico fundamental que impuso su poco apreciada Isabel la Católica para darle importancia a la mujer, a la Reina.
En la Europa medio balcánica y caucásica, donde están Grecia y Ucrania, se juega este ajedrez entre ortodoxos griegos y sus variantes ucranianas y rusas, cultura a la que no pertenecen la UE ni EE.UU.
El ultraizquierdista y ultranacionalista gobierno griego tiene el apoyo de la Rusia ortodoxa, una Reina que, aunque debilitada por sus crisis y embargos, puede seguir acosando a Ucrania, una torre, y además asentarse en Chipre, alfil e hija mejor de Atenas.
Rusia está en el equipo griego, donde el Rey, más que el primer ministro Alexis Tsipras, es el ministro Finanzas Yannis Varoufakis.
Obsérvense sus gestos chulescos: sabe que si la Troika amenaza, su régimen puede venderle el puerto del Pireo a los chinos, que ofrecen comprarlo, salirse de la OTAN antes que del euro, y poner bases rusas en Chipre o en cualquiera de sus centenares de islas y puertos.
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Es de garrafón Molares... lo que te han vendido es de garrafón.
¿Grecia salir de la OTAN? Estarían en Turquía dando botes de alegría. Si no ha habido otra guerra entre Grecia y Turquía ha sido gracias a la OTAN. Ucrania como buena parte de los países del la ex URSS es una colonia satélite. Rusia mimó a sus ciudadanos que allí vivían. Son élites muy bien posicionadas y que han sabido moverse en la política de Moscú. Rusia se considera una superpotencia mundial (con pies de barro y manos de acero) y se siente humillada por occidente. Los chinos los ignoran y en el sur de Asia nadie quiere saber de ellos. Son plato de segunda en países musulmanes y un cero a la izquierda en Europa... lógica la pataleta.
Publicado por: kiko CV | viernes, 13 febrero 2015 en 20:11