El discurso de Mariano Rajoy contra el independentismo debería abandonar su personalista “mientras yo presida el Gobierno no habrá una Cataluña independiente” como si él fuera el único garante de la unidad española.
Tendría que advertir que si se enmendara la Constitución podría someterse a referéndum todo su texto, incluyendo el actual Art. 2, que proclama “la indisoluble unidad de la Nación española”.
“Les aseguro que ningún partido nacional variará esa redacción, con lo que siempre estarán en minoría. Traten de gobernar España como hacemos quienes somos de otras Comunidades”.
De lo contrario, “¡Perded toda esperanza!...”, dice Dante en el Canto Tercero del Infierno.
“Las secesiones casi siempre provocan guerras. Recuerden a Abraham Lincoln enfrentado a los separatistas sureños que exigían abandonar la Unión porque no se respetaban sus supuestos derechos históricos, como el de explotar char-negros”.
El siguiente punto del discurso no es recordar que el Estado sostiene económicamente a una Cataluña desgobernada: los independentistas creen que las ayudas son migajas de lo que ellos entregan.
No. Hay que señalar que como mínimo 4,56 millones de catalanes, el sesenta por ciento de sus 7,6 millones, viven de lo que les compran el resto de los españoles, y que sin este mercado serían el tercer mundo.
Rajoy debe añadir que hará que la UE refuerce el Tratado de Lisboa, su Constitución, cuyo Art. 2.3 imposibilita el separatismo: “La Unión fomentará la cohesión económica, social y territorial y la solidaridad entre los Estados miembros”.
Conviene hacer más contundente aún este enunciado ante el ébola de los nacionalismos y populismos que vienen.
Podría añadir que cualquier territorio que abandone un Estado miembro “perderá su posibilidad de adhesión posterior”.
Ese es el discurso que debería pronunciar Rajoy ante nacionalistas y char-negros, al unísono con Sánchez, UPyD y Ciudadanos.
-----
Me ha parecido muy pero muy preocupante la rebelión de los fiscales catalanes contra el estado de derecho.
No son los del coñazo independentista los que generan preocupación, porque por sí solos y razonablemente lidiados con la Ley en la mano, no podrían hacer tambalear el sistema democrático.
Lo grave es que los sucesivos gobiernos y sus responsables políticos hayan permitido que ese sistema base se fuera debilitando, con tanto pasteleo, tanta concesión, tanto privilegio, tanto titubeo y tanto dengue de damisela, culminado por el impresentable ZP y su "Todo lo que atéis en el cielo catalán, atado quedará en el Estado español".
Sin necesidad de remontarme a los recibimientos entusiásticos al Dictador, por parte de los catalanes,lo cierto es que hasta hace poco, no se percibía ese desencuentro y ese afán secesionista.
He ido montones de veces a Cataluña, y jamás percibí esa fobia antiespañolista que ahora unos pocos están utilizando como arma arrojadiza para favorecer sus propios intereses, y sobre todo, para solapar y encubrir el chapapote de tanta corrupción sistémica, silenciada por partidos, medios y jueces.
Cuando se constituyó el nuevo Estado tras la Dictadura, los españoles optaron por ceder parte de su poder, facultades y competencias con las CCAA, para facilitar la gestión y favorecer la convivencia.
Pero en los últimos años, y con la impagable ayuda de PSOE e IU, los nacionalistas han ido infiltrando las instituciones, controlando medios y lo que es más grave, a los jueces, propagando el virus de la exclusión desde los colegios, crispando la convivencia entre españoles, intoxicando el espíritu de la democracia y el alma de la Transición, de forma que el el bamboleo del edificio español resulta más que evidente y por lo mismo, de diagnóstico pesimista.
Nos quejamos de que la gente que va a la política esté tan mal formada, con escasa experiencia y capacidades escuetas....pero tampoco es manca la desgracia de que incluso los supuestamente preparados, nos salgan indecisos, pasivos y cobardes.
Publicado por: MIRANDA | domingo, 30 noviembre 2014 en 18:39